Un elemento indispensable para conmemorar el Día de Muertos, es el Altar, que guarda simbolismos en los elementos que lo conforman, pero al mismo tiempo, es variable incluso en el mismo estado.
Es difícil establecer el año en que surgió el Altar de Muertos en la cultura mexicana, sin embargo se consolidó como una de tantas expresiones resultado del periodo novohispano, la doctora Claudia Rocha Valverde, profesora investigadora de la Casa Colsan Xilitla IXBA, explicó que a partir de la Conquista en el Siglo XVI, "se amalgama el pensamiento" de los pobladores de México -entonces Nueva España-, de Europa, África y China, lo que da origen a expresiones culturales que hoy son propias de nuestro país.
El Altar de Muertos se ha transformado a lo largo de los siglos, aunque destacó que es en el Siglo XX y XXI cuando ha tenido cambios más vertiginosos debido a la conexión global; mencionó que por ejemplo, la Catrina no es un elemento original de los Altares, pues fue creada en 1910; sin embargo, en la actualidad se considera un elemento tradicional en ellos.
Esto ha llevado a que tanto la Catrina como el Altar de Muertos sean apropiados en otros países. Destacó que inclusive la propia festividad del Día de Muertos ha sido exportada a otros países y luego importada nuevamente a México, como ocurrió con películas estadounidenses como "Coco" y "Spectre", pues a raíz de esta última, se volvió "tradicional" el desfile de Día de Muertos en la Ciudad de México.
Diferencias
Si bien el Altar de Muertos es una tradición tanto en la Zona Huasteca como en el resto de las regiones de San Luis Potosí, no son iguales.
En el caso de la Huasteca, Rocha Valverde expuso que sus altares son más sencillos, se construyen con un arco hecho de palmilla y en él se cuelgan frutas como naranja, mandarina y plátanos; se colocan sobre una mesa alta, rectangular, no muy grande, y sobre ella se pone un mantel así como las ofrendas con las que se recibirá a los difuntos.
Las ofrendas son principalmente tamales, dulce de calabaza y camote con piloncillo y canela, aguardiente, café y en algunos casos, refresco. También el chocolate sin leche, pues si bien el cacao es prehispánico, la leche no se consumía en aquel entonces.
Otro elemento característico de la Huasteca son las máscaras, que se utilizan para engañar a la muerte y "prestar el cuerpo" al alma de algún difunto.
En la región Centro, el altar puede llevar siete niveles, ya que este número es muy simbólico para los nahuas, sin embargo es variable pues la tendencia es a colocarle cada vez más elementos, como las calaveritas de azúcar, amaranto o chocolate, el papel picado que no es propio del periodo prehispánico, pues fue introducido a México en el virreinato, velas, fotografías de los difuntos a quienes se dedica el Altar, alimentos, Catrinas (que son creación mexicana), y calaveras que son una herencia de la cultura europea.
Uno de los elementos que se comparte en los altares en ambos casos, es la flor de cempasúchil, que junto al copal guían con su aroma las almas de los muertos para que éstos lleguen a compartir con los vivos. Es por ello que bajo la mesa y hacia la calle, se coloca un camino de pétalos de flor de cempasúchil, para indicar a los difuntos dónde se encuentra el Altar.
Significado
Si bien los altares pueden llevar diferentes elementos y niveles, la profesora investigadora explicó que básicamente se constituyen de tres niveles que tienen un significado: el arco es una representación del cielo, la mesa representa el nivel terrestre, y las patas de ésta conectan con el inframundo.
Las flores de cempasúchil y el copal son una conexión aromática para guiar al alma que viene estos días; y la ofrenda es una manera de venerar a quienes ya no están, hacerlos regresar.
Mencionó que existe la creencia de que el Altar debe llevar alimentos que eran del gusto del difunto, "porque sino pueden ocurrir cosas, no graves, pero quejas de las almas que se acercaron y no encontraron lo que les gusta".
Y aunque la colocación del Altar se ha popularizado en el ámbito público, al grado de que se realizan concursos, aclaró que éste pertenece al espacio privado, a lo familiar, "sí es una fiesta comunitaria, pero cada quien coloca su altar dentro de la casa".