Cómo una manera de resignificar la memoria de las víctimas de feminicidio y visibilizar las violencias que enfrentan las mujeres, hay creadoras que emprenden herramientas que les permiten contar estas historias.

Y aunque estas problemáticas se mantuvieron invisibles durante mucho tiempo, hoy día existen gestoras culturales y artistas visuales que como Alaide Peña, Maestra en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, traducen esta lucha y hacen una crítica para denunciar la permanente violencia que yace oculta detrás de muchas mujeres.

Su trabajo en el área de la gráfica y el arte textil se distingue porque ofrece una mirada antropológica sobre el cuerpo de las mujeres y cómo ante el contexto de violencia actual, se ven suprimidas y hasta desmaterializadas por todas estas agresiones que les atraviesan.

“Yo comencé a trabajar temáticas enfocadas a las experiencias de las mujeres, en donde también integré un poco de la antropología, agregando una visión sociológica de lo que significa ser mujer en diferentes circunstancias”.

Es así como Alaide Peña construye piezas en donde materializa los silencios femeninos, los tabúes ancestrales que persiguen a las mujeres y la autonomía de su cuerpo, con una obra en donde la técnica de grabado al linóleo es la protagonista.

Sus piezas de arte textil también emulan la soltura adscrita al cuerpo de las mujeres, que, con telas de algodón, da forma a la fuerza y dolor que en ocasiones vacían la existencia femenina.

“Con mi trabajo yo retrato los dos polos de las experiencias femeninas, en una plasmó a las mujeres como diosas, las retrató como mujeres muy poderosas y con mucha dignidad, y por otro lado retrato el dolor de las mujeres que padecen diferentes violencias sistémicas o sociales, las cuales son difíciles de expresar”.

Así también su labor en el arte, le ha dado voz a diversas luchas sociales, como un llamado a la memoria y a la justicia que, en medio de una sociedad patriarcal, se convierte en un arma pacificadora que nombra a quienes ya no están e incluso a quienes son buscados.

Con retratos como el de Araceli Osorio Martínez, madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio, quien fue asesinada en Ciudad Universitaria el 3 de mayo de 2017, proyectos que conjugan una forma de comunicación para dar visibilidad a las víctimas y al mismo tiempo involucrar a los espectadores a un diálogo que los obliga a repensar el entorno violento que les rodea.

Por otro lado, el crear espacios para que las mujeres se desarrollen en las artes y puedan difundir su trabajo, es otra de las causas que se ha convertido en un estandarte de lucha diaria para Alaide Peña.

Quien desde su trinchera ha podido crear por primera vez espacios exclusivos para que las mujeres se desenvuelvan en el arte, pero sobre todo para que ellas cuenten con una plataforma en donde sus creaciones puedan ser vistas y dejen de ser admiradas como musas y se encuentren al fin cómo creadoras.

“Sabemos que por muchos años hemos estado silenciadas en el área de las artes, pero también en el expresar nuestras vivencias, y estas acciones nos sujetan, nos someten y mucho tiempo no fuimos consideradas importantes, ni siquiera como artistas, por ello creo que es fundamental crear estos espacios y que las mujeres sepan que pueden ser creadoras, que no son solo un ornamento”.

De igual modo, Alaide Peña remarcó que hoy día es primordial que las mujeres sepan que pueden encontrar representación en otras mujeres, que empatizan con sus experiencias y con su trabajo en el arte.

“Esto surge porque, lo que yo identifico, pues es que también en el campo del arte, hay mucha discriminación, pues no se toma con la misma seriedad nuestro trabajo, ni nuestra trayectoria como mujeres artistas, a comparación de un hombre, pese a que pudieran tener una trayectoria equivalente. Entonces quisimos abrir más espacios y gestionar vínculos en donde ellas sean las protagonistas”.

Alaide Peña consideró que esto no sería posible, sin el trabajo arduo de las mujeres artistas, quienes durante muchos años gestionaron sus propios espacios de creación y que, a lo largo de la historia del arte, han buscado que se les apoye, se les reconozca y garantice su participación en todas las áreas culturales.

“Yo creo que estos espacios fueron impulsados por las propias mujeres artistas y ahora se han ido replicando también en los espacios más formales, pero esto no sería posible, sin su labor como artistas para promover su propio trabajo y para construir estos espacios de mujeres”.

Por ello consideró que, día a día, es necesario fortalecer este entramado de apoyo, como un engranaje que soporta cambios sociales y culturales en beneficio de aquellas mujeres que crean y se desenvuelven en el mundo del arte.