Sin bullicios y sobresaltos, asumiendo en todo momento su papel de secretario de Gobernación para dejar de lado el de “corcholata”, el “segundo” en el Gobierno de la República, Adán Augusto López Hernández, visitó la Capital Potosina con el fin de cabildear en el Congreso de San Luis Potosí la permanencia del ejército en las calles.
Sin sorpresas se dieron los posicionamientos en el tema por parte de cada uno de los ocho partidos que conforman el Poder Legislativo local, los afines a los gobiernos federal y estatal, a favor; mientras que la oposición, entre ellos la bancada del PAN, en contra.
Con una hora de retraso, de acuerdo con el programa, el inquilino de Bucareli arribó al corazón del Centro Histórico en una flamante Suburban con placas de Nuevo León, y apenas una SUV de auto escolta.
Previo a su encuentro con el Gobernador del Estado, Ricardo Gallardo Cardona -como para hacer tiempo-, fue invitado por la gente de protocolo para que conociera el altar de muertos instalado en Palacio de Gobierno; empatados ya los tiempos recibió la bienvenida por parte del mandatario, se dieron los saludos y partieron de inmediato al edificio del Congreso.
En su trayecto, ni una porra, ni un grito de “presidente, presidente” se escuchó, tampoco hubo el interés de la gente, que sí lo vio, parecían no conocerlo o les era indiferente.
La reunión con las y los legisladores potosinos duró casi una hora, en la que se manifestaron las distintas posturas, a favor y en contra de la llamada “militarización de México”. Luego de escuchar a los diputados, Adán Augusto les planteó el por qué sí apoyar la propuesta, buscando los 18 votos que necesita en este Congreso, para que sea uno de los 17 que a nivel federal aprueben la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador; aunque, en la rueda de prensa brindó -posterior a la reunión- dejó entrever que el asunto está “planchado”.
Eso sí, el encargado de la política interna en México viaja con un amplio contingente de la Secretaría de Gobernación que, discretamente, trabaja a su servicio, incluso para acercarle el agua y el café que trae consigo para consumo personal; seguridad y precaución no están de más a esos niveles.
Por último, la despedida fue igual ágil, con apenas una decena de personas que ahora sí lo reconocieron y le pidieron la “selfie”, el funcionario federal se fue como tal, haciendo olvidar que también es un precandidato a “la grande”.