Aunque cada vez hay menos personas dedicadas a reparar relojes y alhajas, es un oficio que aún cuenta con clientela, señaló don José Luis Olvera Ramírez, quien desde los 10 años de edad se inició en este oficio.
En el marco del Día del Joyero y Relojero que se conmemora este 3 de noviembre, don José Luis narró que desde los 10 años de edad se inició en este oficio, ya que su tío, don Federico Olvera Gutiérrez era relojero y de él aprendió las primeras técnicas.
Ya en su edad adulta, don José Luis se unió a la asociación de relojeros en San Luis Potosí, y mediante ella tuvo capacitaciones en diversos temas, desde relaciones humanas y electricidad, hasta preparación especializada por parte del Centro Relojero Suizo, personal de la empresa Cityzen, y profesionales del entonces Distrito Federal y de Francia.
Con esta preparación, don José Luis asegura que el trabajo no es difícil, “con la técnica y experiencia se facilita el arreglo de los relojes”, además de que se ayuda con herramientas como una potente lupa para trabajar piezas microscópicas.
Aunque en el oficio ya no se tiene la bonanza de hace años, cuando lo común eran los relojes de pulso, asegura que aún hay clientes, incluso hay quienes acuden en busca de la reparación de alguna pieza más por el valor sentimental que por su costo económico.
Don José Luis señala que en su familia hay más personas dedicadas a este oficio, aunque reconoce que desafortunadamente cada vez hay menos interés entre las nuevas generaciones por dedicarse a esta labor.