El cierre de plazas públicas debido a la pandemia, aunado a la mala economía de la gente, han golpeado al sector de los tradicionales vendedores de globos, hay además competencia desleal en temporadas como el 14 de febrero y graduaciones, donde improvisados “hacen su agosto”.
Vendedoras y vendedores de globos, así como de pelotas y juguetes inflables, mejor conocidos como “globeros”, quienes desde hace décadas se encuentran en las principales plazas del centro histórico de la capital potosina, hablaron en entrevista con El Sol de San Luis y coincidieron en señalar que el oficio ya no deja para vivir como antes.
En recorrido por el primer cuadro de la ciudad durante este sábado, pudieron observarse de nuevo a quienes son considerados por el ayuntamiento como “parte de los giros tradicionales”.
La mayoría, señalaron, son familias que están en ese lugar desde hace más de 50 años, “aunque los niños de ahora ya no se sorprenden tanto, como nosotros cuando éramos chiquillos y veíamos una bola brillante flotar, eso ha cambiado también” observo “Don Kiko”, uno de los vendedores con más antigüedad en la zona.
Los entrevistados coincidieron en señalar que jamás se había vivido una crisis tan severa, “pues todo se complicó por la pandemia y por el cierre de las plazas durante tantos meses de lo que es nuestra área de trabajo”.
Además, derivado de la contingencia, los insumos se encarecieron, principalmente el helio, razón por la que empezamos a vender pelotas y juguetes inflados simplemente con aire.
Refirieron como, en la peor etapa de la pandemia por Covid-19, sus ingresos disminuyeron a menos del 50 por ciento de lo habitual, esto a pesar de que dejaron las plazas y se convirtieron en auténticos vendedores ambulantes, entrando incluso a las colonias para buscar compradores.
El cierre de iglesias y de salones de eventos afectó también al sector, aunado a que ahora es difícil invertir en material, “hay vendedores de oportunidad, que tienen para comprar globos metálicos, inflarlos con helio, y así venderlos en días específicos, como el 14 de febrero y afuera de las graduaciones”.
Finalmente, Carmen, joven vendedora, advirtió que la venta de globos pasó a ser su segunda chamba, “heredamos este negocio que es una tradición, que no pensamos abandonar, nos turnamos con mi esposo en nuestros otros trabajos y así podemos atenderlo, aunque casi no nos veamos”, lamentó.
El oficio de “globero”, que inició por y para los niños, es otra de las tradiciones populares que se resiste a morir, ya que a pesar de la pandemia, del avance tecnológico, y de la crisis económica, no se desinfla.