Un tonel de madera y acero están listos para usarse. Algunos ingredientes gravitan en la cocina, pero es el frío el que avisa el comienzo de toda una preparación ancestral, donde el ocre del anís y el delicado sabor de la vainilla se unirán para convertirse en un exquisito helado artesanal.
Don Agustín Vázquez, de 65 años de edad, con una pala de madera en mano, se prepara -como todos los días-, para dar inicio a su oficio de nevero artesanal, trabajo que desempeña desde el año de 1970.
A pesar de su edad, Agustín posee una fuerza impresionante. Él es la máquina humana que con su cadencia y espirales que realiza con sus brazos, crea la cremosa consistencia y textura de sus helados.
Y es así, que entre los sabores a fábula y el perfume infinito a fruta, comparte para El Sol de San Luis cómo realiza sus distintivas nieves y la historia que hay detrás de su singular oficio.
“Primero se prepara la barrica de madera con hielo picado y sal grano, poniendo dentro de él, en el centro, el bote donde se fabrica, que es de acero inoxidable.
Después se prepara la mezcla a base de azúcar, vanola, leche evaporada o agua (dependiendo del sabor) y fruta de la elección ( en pulpa y en trocitos para que agarre mucho sabor) y un poco de colorante natural.
Esta mezcla se vierte dentro del bote de acero inoxidable y ahora sí, ¡¡¡¡a mover el bote!!!! Se gira hacia ambos lados hasta que la mezcla tome la consistencia deseada” señaló entusiasmado.
Y es que, esta preparación requiere de mucha destreza y condición física, y qué decir de las nociones que fue adquiriendo a través del tiempo, para desarrollar esta compleja labor.
“Comencé a ayudarle a mi papá en los años 70’s, en un negocio de nieves familiar en la Ciudad de México (soy originario del estado de puebla pero desde Niño nos mudamos a la Ciudad de México).
Ayudaba junto con mis hermanos a fabricar la nieve para después salir a venderla en las calles de la colonia Tlatilco y afuera de la escuela Vocacional 3 del Politécnico Nacional. Posteriormente entré a trabajar como técnico de mantenimiento a una empresa, donde por problemas del temblor del 85, tuve que cambiar de residencia aquí a San Luis Potosí, donde me casé y retomé el oficio de las nieves hace 25 años”, refirió don Agustín emocionado, orgulloso de ser un nevero artesanal.
Y fue esta tradición familiar la que lo ha motivado para continuar con su negocio. “Comenzamos vendiendo en nuestro domicilio en cono y vaso, así durante 25 años. Pero debido a la contingencia tuvimos que suspenderlo, hasta que a nuestros hijos les surgió la idea de ofrecer el servicio a domicilio a cualquier parte de la capital, en redes sociales, lo cual fue un boom para nosotros, incrementando al máximo nuestras ventas. En esta titánica encomienda me ayuda mi familia, mi esposa Alicia Segura y mis hijos Marco, Erika, Agustín, Jocelyn y Haziel”.
Sus nieves “Don Agus” son tan conocidas que hasta hay quien pide sabores especiales para llevar, donde el ingenio de este gran hombre se pone al descubierto, “pues me han solicitado sabor refresco de cola, piña colada, queso y extrañamente por un tiempo las personas comenzaron a solicitarme tortas de nieve de vainilla”.
“Pero los más pedidos son Limón, mango, fresa y mamey. Los precios varían, tenemos a $40 el litro y si se llevan más de 3 litros salen a $35 el litro. En climas fríos disminuye la venta pero, igual si nos llegan a solicitar, sobre todo para reuniones y fiestas familiares”.
“No obstante en climas cálidos llegamos a vender entre 20 y 40 litros al día, y en climas templados-fríos la venta disminuye hasta 5-10 litros al día”.
Ya sea en vaso o en cono, de a litro o de a medio, estas nieves artesanales no sólo llevan en su preparación el rico sabor de la primavera, sino también el esfuerzo de un hombre que a través de su trabajo ha encontrado la manera de dignificar su vida y la de su familia.