- "El Sol de San Luis" le ofrece un poco de su amplia historia para que conozca lo más trascendente de este emblemático y monumental edificio potosino.
De acuerdo con el sitio La Capital Americana de la Cultura, el primer alcalde, Juan de Oñate, ordenó la construcción de estas Casas Reales, en colaboración con las autoridades eclesiásticas, con el propósito de brindarse apoyo mutuo en tiempos de necesidad de acuerdo con la ordenanza de Felipe II, que se inicia en 1599.
El edificio, una vez terminado, constaba de un solo piso y estaba construido en su totalidad en adobe con techos de tejamanil. Contaba con una única sala de audiencia y otra destinada a asuntos públicos.
El capitán don Pedro Ullarte y Ordóñez, alcalde mayor de 1677 a 1679, reconstruyó los portales, que antes estaban cubiertos de tejamanil, y la sala de Cabildo de las Casas Reales. En 1681, se esculpió en cantera el escudo de la ciudad.
En 1767, la población de los barrios se sublevó, en parte debido a la expulsión de los Jesuitas de los territorios españoles, de acuerdo con la ordenanza de Carlos III, lo que desencadenó los infames "tumultos". Estos disturbios resultaron en daños significativos a las Casas Reales, lo que a su vez impulsó la construcción de las nuevas Casas Reales en 1770.
En 1835, el edificio se vendió al señor Antonio Rodríguez Fernández, quien en su momento fue gobernador de Tamaulipas. Fue él quien construyó el edificio actual que inicialmente se utilizó para comercios y negocios, por lo que en esa época se le conocía como "El Parian".
Además, sirvió como sede de la Sociedad Potosina la Lonja, cárcel y sede del Ayuntamiento. En 1892, el Ayuntamiento lo vendió al Excmo. Sr. obispo Ignacio Montes de Oca y Obregón, quien lo transformó en su residencia y lo convirtió en un auténtico palacio.
Lo enriqueció con extraordinarias obras de pintura y escultura y dotó a su biblioteca, hoy conocida como el Salón de Cabildos, con más de treinta mil volúmenes de obras, incluyendo manuscritos europeos y americanos, convirtiéndola en la biblioteca particular más rica de todo el país.
En 1914, durante la ausencia del obispo, que se encontraba en Roma, las fuerzas revolucionarias entraron en la ciudad y llevaron a cabo numerosos saqueos, confiscando por completo el Palacio Episcopal, hasta que el general Gavira lo cedió al Ayuntamiento en septiembre de 1915.
10 datos sobre la arquitectura del Palacio Municipal de SLP
1.- En cuanto a su arquitectura, este edificio, revestido de cantera rosa, consta de dos niveles y presenta una serie de portales con dieciséis arcos.
2.- Gracias a un entrepiso, los arcos tienen una notable altura; además, el edificio alberga un zaguán que brinda una vista de los dos patios que lo componen: el patio central y el patio exterior o secundario.
3.- En el patio central, destaca una escalera bifurcada con elegantes detalles tallados en cantera, así como casetones debajo de la escalera y en el techo, además de un fresco.
4.- En las cornisas, podemos observar faunos que sostienen instrumentos a través de cintas que parecen ondear al viento.
5.- En el descanso de las dos rampas, encontramos un vitral con el escudo de la ciudad, junto con detalles tallados en la cornisa justo encima de él.
6.- El patio también está adornado con numerosos balcones.
7.- En la planta alta se puede apreciar una balaustrada de cantera que enmarca los pasillos, con accesos a las habitaciones que presentan frontones semicirculares.
8.- El acceso al Salón de Cabildos y la oficina del presidente municipal está precedido por un hermoso vestíbulo con una impresionante bóveda de casquete, donde las pechinas muestran imágenes de cupidos.
9.- Dos de los accesos cuentan con el escudo del Excmo. Sr. obispo Ignacio Montes de Oca y Obregón, flanqueados por dos grifos y la representación de Apolo en los puntos cardinales.
10.- El interior del Cabildo, al igual que otros salones del Palacio Municipal que aún conservan su espléndida decoración, o al menos evidencias de ella de la época del obispo, cuenta con óleos del artista italiano Erulo Eroli, cuyas obras tratan temas tanto mitológicos como cristianos y sirven como testimonio del profundo humanismo del obispo, su estricto sentido de la justicia y su ilustre presencia en la historia.