San Luis Potosí se ha convertido en la capital de las manifestaciones y bloqueos en las últimas horas ante el cambio de poderes. Movilizaciones que no tienen que ver con la gobernabilidad, sino con procesos administrativos y económicos de sectores perfectamente identificados como los trabajadores del volante que solicitan concesiones “fast track” de último minuto; policías y agentes del Ministerio Público que demandan bonos y ajustes salariales pendientes, así como grupos sociales que piden obras y acciones a la administración que se va.
Los potosinos vivimos acostumbrados a diversos tipos de manifestaciones, pero no tan simultáneas y caóticas como las de los últimos días en que por todos los flancos asfixiaron la movilidad urbana en la ciudad, aclara en entrevista el presidente de la organización ciudadana Patria Nueva, Luis Isaac Rojas Montes.
Las personas conocemos a detalle la impotencia que genera la imposibilidad de alcanzar tu destino (físicamente hablando), vivimos lo que es perder un día de trabajo, entendemos lo que cuesta operar un negocio para luego no poder “abrirlo”. Conocimiento adquirido no por voluntad propia sino a fuerza de golpes, vivimos en una ciudad que siempre camina pero que no siempre avanza.
“Se tenga una visión positiva o negativa respecto a las manifestaciones no se puede negar que afectan la calidad de vida de la población, representan un sacrificio en los manifestantes y un perjuicio para los ciudadanos de a pie” explica el maestro Rojas Montes.
Los bloqueos viales son satanizados y generan rechazo social, “porque más allá de la empatía por una movilización válida, legítima y sentida, parece que el manifestante le dice la resto de la sociedad, si yo no tengo, tu tampoco, lo que convierte un bloqueo vial en una expresión de egoísmo, provocando la irritación de la población”.
Esa es la gran vulnerabilidad de un movimiento social conducida por líderes que equivocan los caminos y las formas, “porque inclusive quienes ostentan el poder pueden justificar una agresión y el uso de la fuerza pública para disolverlo gozando, no sólo de la aprobación social, sino siendo aplaudidos por la sociedad entera por su proceder violento, es la delgada línea entre una manifestación que genera empatía y un bloqueo que genera rechazo, por eso en San Luis Potosí bloqueando no se entiende la gente”.