Aun año del lanzamiento de ChatGPT, la revolución de la Inteligencia Artificial (IA) está en marcha, pero la reciente crisis de OpenAI, el creador de esta herramienta, dejó claro que son los gigantes de la tecnología (BigTech) los que comandan las acciones.
Las bigtech como Microsoft, Amazon, Google y X están invirtiendo miles de millones de dólares en investigación y desarrollo de inteligencia artificial. El objetivo es crear nuevos productos y servicios con base en la información detallada que obtienen de los usuarios.
OpenAI, pionero en la IA, lanzó hace un año ChatGPT, una aplicación que se convirtió en la más rápidamente adoptada en la historia.
Este crecimiento hizo que la empresa recibiera una inversión de 13 mil millones de dólares de Microsoft.
Una de las grandes figuras de esta revolución es Sam Altman, quien hasta hace poco era desconocido en el mundo tecnológico. Estando al frente de OpenAI, Altman reorientó la empresa hacia el lucro, lo que llevó a confrontarse con la junta directiva y a ser destituido de su puesto por una semana. Pero Altman fue reintegrado a su puesto cinco días después, con el empuje de Microsoft, lo que dejó en claro cuál es la prioridad de la empresa: seguir desarrollando la IA, dejando de lado la seguridad y la ética.
Por su parte, Amazon está tratando de atraer a grandes clientes a su servicio de computación en la nube AWS con un nuevo chatbot para empresas, ofreciendo protegerlas contra daños legales y de reputación que pueden derivarse de la producción de inteligencia artificial.
El nuevo chatbot, llamado Q, está diseñado para la productividad al ayudar a los trabajadores a resumir documentos importantes, tickets de soporte y chatear a través de aplicaciones de comunicación.
Para Amazon, este servicio era importante para que los clientes pusieran los límites que consideren oportunos a la IA generativa que utilizan. El servicio cuesta 20 dólares por usuario al año.
Google también ha desplegado IA en decenas de sus productos, llegando a incorporarlos en teléfonos móviles y en su motor de búsqueda. Además, a principios de año la empresa lanzó su chatbot de IA generativa Bard con el fin de competir con ChatGPT.
Por su parte, Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX, también creó su propia empresa de IA, xAI, la cual lanzó Grok, un chatbot que promete ofrecer mayor libertad al usuario.
Grok solo está disponible para un pequeño grupo de usuarios que pagan 16 dólares mensuales por la versión Premium.
Desde el 7 de octubre, Grok inició operaciones a través de cuentas de X (antes Twitter).
Sin embargo, en comparación con otras propuestas, el chatbot solo está disponible para un pequeño grupo de usuarios que pagan 16 dólares mensuales para la versión Premium de la plataforma.
A diferencia de ChatGPT, Grok tiene acceso en tiempo real a conocimiento derivado de las publicaciones de los usuarios en X. Sin embargo, Grok-1 no puede realizar búsquedas web de manera independiente, como lo pueden hacer sus competidores de Google y Microsoft.
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El próximo capítulo para la IA también se escribirá de la mano de Nvidia, el fabricante de un ingrediente clave de esta 'receta tecnológica': la unidad de tratamiento gráfico (GPU), un potente chip indispensable para entrenar a la inteligencia artificial generativa.
Mientras más empresas están involucradas en el desarrollo de modelos de IA y la comercialización de nuevos productos basados en esta tecnología, Nvidia será un jugador relevante en esta guerra por la IA, pues tendrá una alta demanda de chips para cómputo, memoria e interconexión.