Comer es un proceso biológico, social, también psicológico y obedece a las decisiones que tome el individuo de dos formas diferentes, tanto fisiológica como socialmente. La comida no sólo tiene que ver con nutrir a nuestro cuerpo, sino también con las relaciones que guardamos y la forma en la que nos cuidamos, nos queremos y nos aceptamos. Hay estudios que han identificado la alimentación emocional provoca obesidad y sobrepeso.
Cuando se come por ansiedad, estrés, enojo o en reuniones sociales, sin medida o sin necesidad fisiológica, obedece a cinco factores principales de este concepto, la emoción, cuando sentimos felicidad o tristeza acudimos a consumir alimentos; familia, para acompañarlos en la hora de la comida o rituales dentro del círculo; indiferencia, falta de interés por el contenido nutricional y cuidado de la alimentación; cultura, para festejar alguna fecha, fiestas patronales o en comunidades; y efecto del alimento, cambios en el estado de ánimo antes, durante y después de comer.
Por ello, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) estableció un esquema multidisciplinario conformado por especialistas en nutrición, medicina y psicología para tratar estos problemas de salud en la derechohabiencia. Se indica que es importante que si detectamos alguna de estas cuestiones y no tenemos el control de los alimentos cuando nos sentimos de esta manera, se debe buscar ayuda de algún profesional.
La alimentación emocional se define como la acción de comer por apetencia, pero sin hambre, es decir “nuestro cuerpo no está necesitado de alimento en ese momento para mantener nuestras funciones vitales, sino que lo hace para afrontar, evitar o regular alguna situación o experiencia que estamos pasando”.
Las autoridades sanitarias recomiendan resolver el siguiente cuestionario para identificar el tipo de trastorno que se tiene, en caso de estar estresado por un tema emocional hay que pensar ¿Los problemas son menos después de comer? ¿Me siento con hambre cuando tengo miedo?. En el caso de la familia ¿Comer es un placer que se disfruta más en familia? ¿La hora de la comida es sagrada?.
La indiferencia ¿Pongo poca atención en el contenido nutricional que consumo? ¿Ignoro la calidad de lo que como porque prefiero disfrutarlo?, cultura ¿Es común que, estando en fiestas, coma más de lo normal? ¿Como más cuando asisto a reuniones?, efecto. ¿Comer mejora mi estado de ánimo? Cuando tengo hambre, ¿mi estado de ánimo cambia?.
Si se respondieron más de cinco sí, la forma de alimentarse está relacionada con las emociones. Por ello, es importante poner atención, y para generar resultados positivos, tanto en la pérdida de peso como en el control de la nutrición emocional, es indispensable que las intervenciones estén guiadas por personal de salud mental como psicólogos, psicólogas y psiquiatras. Los problemas de la alimentación no sólo tienen que ver con someterse a una dieta, sino también con la manera en que nos relacionamos con la comida.
Si se detectan estos hábitos, se debe evitar relacionar las emociones con la comida. El dolor, la tristeza, no se van a quitar con los alimentos, y se debe evitar formular juicios de valor en cuanto a la autopercepción corporal. También, aprender a identificar aquellas situaciones que conducen a la compulsividad en la ingesta de alimentos. Por ejemplo, se pasan ocho o 10 horas sin comer, pero al llegar a casa y se comen lo que te encuentran, por lo que es importante tratar de respetar horarios para consumir los alimentos.