Mantener la interacción con las pantallas electrónicas durante la noche estimula la actividad cerebral y dificulta la relajación necesaria para dormir bien, por lo que los expertos en salud, recomiendan limitar el uso de éstos, antes de ir a descansar; de lo contrario puede generar fuertes problemas de salud como el hecho de no poder dormir.
Prácticas actuales como el uso nocturno de pantallas, celulares y televisión, aumenta el riesgo de presentar trastornos del sueño, según alertan desde el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, (Issste), el más prevalente en México sigue siendo el insomnio, el cual afecta a una cada cinco personas de la población nacional.
A los que pasan por esta circunstancia se les diagnóstica señalando que no pueden dormir y cuando lo logran muchas veces se despiertan durante la noche y en la mayoría de las ocasiones ya no se pueden dormir. Es por eso que después reportan que ya no quieren levantarse, se sienten cansados durante todo el día, van somnolientos al trabajo y no rinden sus jornadas como quisieran.
Durante el proceso del sueño las personas atraviesan distintas etapas para ayudar a recargar energía como dejar que el cerebro se repare a sí mismo y permita estar despiertos, activos y productivos, por eso aquel que tiene una fase de sueño superficial no alcanza una recarga de glucosa, reparación neuronal, depuración de los recuerdos, tampoco de movimientos oculares rápidos, es como si la mente corriera una especie de prueba para ver si la persona está lista para despertar.
Lo más sano durante la noche es tener al menos cinco ciclos de sueño, lo que permite alcanzar un descanso reparador y que al día siguiente se pueda tener energía, ya que el sueño de calidad repercute en la buena funcionalidad cerebral, como el estado de alerta, el razonamiento, la modulación del afecto y el control emocional.
Se sugiere dormir los tiempos necesarios, pues usualmente a edades tempranas se tienen mayores requerimientos, pero el promedio saludable de horas de sueño en jóvenes adultos hasta personas de la tercera edad va de seis a ocho horas diarias, un lapso razonable en el que se puede tener este número de ciclos y lograr la óptima recuperación de energía.
Parte de las acciones preventivas de salud mental que realiza el Issste es la sensibilización de la población derechohabiente en la importancia de implementar medidas de higiene del sueño, una serie de intervenciones conductuales que ayudan a crear rutinas y hábitos saludables para dormir mejor.
Se insiste que para tener un sueño placentero y sostenido, se deben establecer horarios para dormir y despertar, que la habitación sea un lugar propicio para el descanso, con una cama cómoda y ordenada, poca luz, sin ruido y sin distractores, usar la cama sólo para dormir, no para trabajar, comer, usar celulares o ver televisión.
Al menos dos horas antes de acostarse: no realizar actividades estimulantes como ejercicio físico intenso, no consumir café y no ingerir alimentos pesados, acostarse cuando se tenga un estado de somnolencia.
También se tiene que cuidar el sueño porque es tan importante para la salud como mantener una alimentación sana y hacer ejercicio diario, por lo que se exhorta a revisar cómo se encuentran sus hábitos y en caso necesario hacer los ajustes para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.
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