El embarazo es una de las etapas más bellas y emocionantes en la vida de una mujer, quienes lo han experimentado, sabrán de esta alegría de sentir que poco a poco están formando a un nuevo ser lleno de vida en el vientre, y se percatan de como día a día va creciendo y va dando pequeñas pataditas conforme se acerca el día de su nacimiento, sin duda una experiencia como ninguna otra.
Sin embargo, el estado de gestación no sólo se trata de amor y esperanza, también conlleva una gran responsabilidad y cuidados, y es precisamente de lo que hablaremos en este artículo.
Seguramente tú o alguien de tu familia, o amigas se ha embarazado alguna vez, y entre las pláticas, la comadre o alguien más dijo “Upa la lupa, ahora que ya tienes pancita, no dejes que el gato se suba a la cama ni lo cargues”, y probablemente asentaron con la cabeza pero nadie explicó realmente el por qué.
Pues bueno, resulta que los michis, son excelentes portadores de un parasito llamado toxoplasma gondii, un bicharraco que generan debido al consumo de aves muertas, lagartijos y toda clase de animales pequeños. El parásito se propaga a través de los excrementos del gato y se le conoce como toxoplasmosis.
Podemos contagiarnos de toxoplasmosis en cualquier momento de la vida, sin embargo, durante el embarazo se vuelve altamente peligrosa; y hay que tener cuidado, porque los síntomas pasan casi desapercibidos, como si se tratara de un resfriado.
Sin embargo, durante el embarazo, el riesgo es mucho mayor, ante todo para el feto, si la persona no ha sido inmunizada previamente. La toxoplasmosis puede provocar una desaceleración en el desarrollo o una malformación del feto.
Así que, si te encuentras en esta bella etapa de tu vida y tienes o convives con algún gato, consulta regularmente a tu médico, es de suma importancia estar atentos al desarrollo de nuestro bebé.