La presencia de pie diabético es la complicación más grave entre todas las que desencadena la diabetes; tiene su origen en afectaciones en los nervios y vasos sanguíneos, causando mala circulación y falta de sensibilidad en extremidades inferiores; por ello, las pequeñas heridas se pueden convertir en infecciones serias en pocos días.
El pie diabético aparece cuando hay niveles inadecuados de glucosa en sangre y otros factores como hipertensión arterial, colesterol alto, neuropatía periférica, enfermedad vascular periférica, inmunopatías, etcétera. Esta combinación provoca daños en los vasos sanguíneos y nervios que pueden producir complicaciones a mediano y largo plazo.
El riesgo más importante para las personas diabéticas es la disminución de la sensibilidad y la mala circulación en los pies; la disminución de la sensibilidad en el pie, conocida como neuropatía diabética, hace que las heridas puedan llegar a convertirse en úlceras graves y derivar en posibles amputaciones de los dedos o, en casos extremos, del pie.
Los signos y síntomas de un paciente con pie diabético varían en función de las complicaciones que presentan y se pueden clasificar en lesiones diabéticas leves, es decir, aquellas que son superficiales, sin celulitis ni afectación ósea; moderadas, se caracterizan por ser lesiones profundas con posible afectación ósea y celulitis periférica; y severas, en donde las lesiones son profundas con afectación articular y ósea, secreción purulenta, con más de dos centímetros periféricos de celulitis y probable cuadro sistémico.
Para prevenir la aparición de este tipo de heridas, el Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, recomienda tener el adecuado control de la glucosa, apegándose al tratamiento médico, además de llevar una alimentación adecuada y realizar actividad física.
Es importante considerar el uso adecuado de calzado, de preferencia de material piel, con punta redonda o cuadrada, horma y suela, y de goma flexible con un tacón entre 1 y 3 centímetros.
La persona deberá realizar el aseo diario de los pies y secarlos perfectamente, especialmente entre los dedos; aplicar talco, si hay sudoración, mantenerlos bien humectados; cortar las uñas en forma recta; utilizar calcetines de algodón y sin costuras; así como evitar caminar descalzo.