Los tianguis de barrio o de colonia tienen una magia especial que los envuelve, es adentrarse al pasado y al presente, entre "chácharas" olvidadas y personas deseosas de encontrar algo que logre llenar ese vacío al que pertenecen los recuerdos.
Cuerpo a cuerpo, los visitantes, curiosos y compradores luchan por cucharas, relojes, vasos y juguetes, objetos tan básicos como inalcanzables, para aquellos que guardan los pesos para apagar el fuego del hambre. También están los y las coleccionistas, que ven en una figurilla fracturada una lectura hipnótica, que los abraza y resignifica el valor de la pieza, valor, que va mas allá de lo económico.
De eso se trata "chacharear" y para José Luis de la Torre, quien tiene 25 años dedicándose a vender objetos diversos, repletos de historia en el tianguis de San Juan de Guadalupe, comparte para El Sol de San Luis cómo estos artículos tan valiosos y repletos de simbolismo llegan a sus manos.
"En los tianguis se encuentra de todo y la gente busca de todo. Cualquier objeto por muy pequeño que sea, si es único y singular llamará la atención de las personas".
""Chacharear" es ir a buscar en lo desconocido algo repleto de valor, ya sea económico, histórico o hasta sentimental. Es buscar en lo que otra persona desecha y ahí es donde se encuentran los tesoros".
José En el "chachareo" ha encontrado objetos inigualables, desde camafeos del XIX, hasta juguetes del siglo pasado. "Yo empecé a buscar cosas antiguas hace más de 25 años, pues me había quedado sin trabajo. Muchas de ellas las encontré en lotes de objetos que ya remataban o hasta en la basura".
"Hay de todo si se sabe buscar. Cuando la gente viene a "chacharear" al tianguis, viene buscando objetos muy particulares. Muchos de ellos, que les recuerda a algún familiar ya fallecido o a su infancia".
El objeto más costoso que este comerciante de la historia ha vendido en el "chachareo" ha sido una escultura de bronce valuada en más de 20 mil pesos, "se encuentra y se vende de todo, desde plástico como muñecos y juguetes que ahora se han vuelto de colección, hasta piezas distintivas dignas de un salón o recepción".
"Hay clientela muy específica, quienes vienen cada semana, unos se llevan hasta fotos antiguas de personas, otros cristalería del siglo pasado y algunos cuantos vienen por algún objeto único que adorne su hogar". También menciona que muchas de las personas que llegan a chacharear a los tianguis, se llevan algún artículo que en su vida diaria les es difícil de costear.
"¿Por qué no? También viene gente en busca de un plato que complete su vajilla, una olla de presión "gringa" que nueva puede llegar a costar hasta miles de pesos, aquí la encuentran hasta en 100 pesos. Se llevan cubiertos de plata, de peuter, recipientes plásticos de los años 70, porque de eso ya no hay y ya no los hacen como antes".
Recalca este experto que la gente que visita este tipo de tianguis ya sabe a que puesto llegar, ya conocen el tipo de mercancía que manejan y sobre todo el regateo no puede faltar.
"Si se tiene que negociar siempre el precio, pero los clientes siempre están dispuestos a pagar, porque para que encuentren ese objeto distintivo entre las miles de cosas apiladas es complicado, es como buscar una aguja en un pajar. Sin embargo, la búsqueda es divertida, siempre se debaten entre el suspenso y la incertidumbre".
Para Jose lo más gratificante ha sido conocer historias de vida a través de su clientela, personas que han encontrado en los artículos que vende, un recuerdo o la añoranza de una vida entera. "Es bonito, ha venido mucha gente joven a buscar cosas en específico, como juguetes antiguos, placas y hasta álbumes de fotos de sus familias, que se perdieron con el tiempo y que en el "chachareo" se vuelven a encontrar con ellos"
Ciertamente "Chacharear" es, sumergirse en el universo de cientos de objetos que son una vista al pasado, es encontrar en una lámpara, en un retrato, un retablo, una pintura o un simple juguete ochentero, una puerta hacia los recuerdos del ayer.
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