Fue hace poco más de un mes que dijo adiós a los cuadriláteros, a sus 58 años de edad y 42 como luchador profesional, Servando Hernández González, mejor conocido como El Cirujano, tuvo la difícil decisión de alejarse profesionalmente de la mayor de sus pasiones, la Lucha Libre.
Su primer contacto con la lucha libre profesional fue gracias a sus hermanos, quienes ya erán luchadores profesionales, “llegamos al barrio del Montecillo, ahí todos los muchachos de esa época eran luchadores olímpicos, ellos me comenzaron a invitar, estuve un rato ahí, para después brincar al profesionalismo.”
Pronto se daría el debut arriba de los cuadriláteros “recuerdo que fue en la Arena Morales que era dirigida por Ángel Harano; eso fue en el año de 1978; en aquellos años entrenábamos frente a El Sol de San Luis, ahí en Avenida Universidad en un gimnasio que tenía muchas carencias, estaba en el Sindicato Ferrocarrilero, fue donde se acercó el señor Harano, para llevarnos a su arena.”
Emocionado por recordad esos momentos, en su mente se reflejaba las imágenes de aquellos años de entrenamiento “ahí practicábamos en el suelo, la lona era de un acojinado de puro aserrín, ahí entrenábamos un poco más fuertes, y esos fueron mis inicios, entrenando en el suelo.”
Las pruebas dentro de su carrera luchística llegaron a temprana edad, pues compartió cuadriláteros con grandes gladiadores como lo fueron Blue Demon, Tinieblas, Mil Mascaras, Huracán Ramírez, Solitario, Aníbal “tuve el privilegio de luchar contra las grandes figuras de la época de oro de la lucha libre, contra una infinidad de estrellas de la historia del deporte de los costalazos”.
Poco a poco se fueron dando las cosas para el joven Cirujano, en una carrera que comenzaba a despuntar “el sueño de cualquier luchador profesional es pisar el ring de la Arena México, sueño inalcanzable para muchos, pero tuve la dicha de luchas ahí, además en el Palacio de los Deportes, el Toreo de Cuatro Caminos, la Coliseo de México, el Pabellón Azteca, la mayoría de las arenas de la Ciudad de México, yo las pisé.” Su ídolo a seguir era el tapatío, Alfonso “El Tanque” Dantes, “tuve la oportunidad de compartir vestidor con él en varias arenas, pero desafortunadamente nunca pude subir a un cuadrilátero a luchas con o contra él.”
Una de las luchas que quedó marcada en su memoria se dio en el Auditorio Miguel Barragán “fue en la década de los 80’s contra los Misioneros de la Muerte (Negro Navarro, Signo y Texano), ese día me acompañaban Puma Valderrama y Barba Negra, desafortunadamente salí lesionado, fue una lucha muy difícil.”
Para estos años, Servando Hernández ya contaba con un amplió cartel dentro de la lucha libre no nada más en San Luis Potosí, si no a nivel nacional “comencé a luchar como Chamaco Hernández, pero en el 84 me fui a vivir a la Ciudad de México y comencé a luchar con el nombre de El Cirujano, ahí estuve dos años luchando, pero por cuestiones personales tuve que regresar a San Luis Potosí.”
Pero, ¿dónde nace el mote de El Cirujano? “fue Mocho Cota quien me puso así, se puede decir que él es mi padrino en la Lucha Libre, sin él no hubiera logrado lo que hice en mi carrera, él me apoyó en todo, me abrió las puertas de su casa, me entrenó, le tengo mucho qué agradecer.”
Los logros obtenidos fueron muchos, pero el reconocimiento de su trabajo por parte de luchadores como El Solitario quedaron presentes “él personalmente bajamos de luchar y me dijo: sabes que muchacho la verdad mis respetos eres muy buen luchador, es un gusto haber luchado contigo.” Uno de los momentos más difíciles en su carrera fue el haber perdido la incógnita, la cual dejó en manos de Súper Bólido, “la perdí el 28 de octubre de 1984 en la pista Arena Revolución en la Ciudad de México, me regresé para San Luis, aquí luche como Azote Negro II, haciendo pareja con Azote Negro I, hoy mejor conocido como Ku Klux Klan, esto a mediados del año del 86, y también perdí la máscara contra Súper Muñeco en el mismo lugar.”