En el año de 1985, cuando Temo Bustos era nuestro jefe en la Sección Deportiva de El Sol de San Luis, un día llegamos a la redacción y nuestro compañero Héctor Rodríguez, nos informó que Temo no iba a ir a trabajar y que nos había enviado una carta.
En esa carta decía “Le cambio el percal por la manta”, termino que se usa cuando un matador de toros otorga la alternativa a un novillero.
Metafóricamente, Temo estaba diciendo que me dejaba su puesto, pues ese día iba a ser sometido a una operación y lamentablemente sentía que ya no saldría de esa. Fue entonces cuando le diagnosticaron cáncer y efectivamente, ya no regresó a trabajar o al menos como él hubiera querido.
Además de esa introducción en la carta de Temo, me decía: No deje que le bajen planas, al contrario, si se puede que le den más espacio, que lo hagan, ya ve que tenemos nuevos directivos en el periódico y quien sabe en que plan vengan.
La ideología de Temo era la de meter el mayor número de notas posibles y por eso decía: Hay que meter todas las notas que tiene, si ya no hay espacio, aunque sea notas chiquitas.
Afortunadamente le pudimos hacer caso y llegamos a tener secciones deportivas hasta de 16 planas, aunque por lo regular eran de 12 planas.
Cuauhtémoc Bustos Cárdenas fue alguien muy querido en el ambiente del periodismo, donde todo mundo lo respetaba y se le reconocía su sensibilidad de darle al lector lo que buscaba en la información.
En el ambiente taurino, Temo también fue muy apreciado ¿y como no?, pues fueran nuevas promesas o grandes figuras, siempre los apoyó.
Fue esta la razón por la que la gente taurina, al enterarse de que Temo estaba enfermo, le quisieron organizar un festival taurino a su beneficio y para esto levantaron la mano gente como Eloy Cavazos, Curro Rivera, los “Armillita”, entre otros.
La fiesta brava fue la pasión de Temo Bustos. Un día me dijo con mucho orgullo “Yo ayude al maestro Fermín Rivera, a vestirse en el día de su despedida”.
Sus crónicas taurinas eran extraordinarias, pero le preocupaba quien pudiera sucederle en ese aspecto y tal vez, por esa razón, en el año de 1982 me dijo: “quiero que usted aprenda a escribir de toros y por eso, de aquí en adelante, quiero que me acompañe a todas las corridas que se den en esta plaza”.
Fue así como Temo se convirtió en todo un maestro, me explicaba desde las condiciones de toro, los pases, la forma valiente o no, como el torero se pasaba al toro, en fin, mil definiciones incluyendo los colores del traje del torero.
Me ponía a recibir las llamadas de personas que hablaban para pasarnos las crónicas de las corridas, como El “Ciego” Muñoz, que pasaba lo de Eloy Cavazos, así como “Mino”, el cronista taurino de Zacatecas y ya después le aprendimos a Manolo Herrera y Polo Meléndez.
No se si le aprendimos bien o mal, pero a las de 32 años de la partida de Temo Bustos, aún le seguimos extrañando.