Para muchos Dos Caras es el mejor luchador potosino de todos los tiempos, incluso por arriba de su hermano Mil Máscaras, pero pese a ello, el integrante de una de las dinastías más importantes de la lucha libre en México, pero pone los pies sobre la tierra y su humildad que lo caracteriza lo hace recordar que gracias al trabajo duro ha podido llegar lejos.
El gladiador agradeció el esfuerzo que hace el alcalde de la capital Enrique Galindo y el director de Deporte, Luis Fernando Alonso, por este homenaje que le han organizado, entre ellos la develación de una placa y función de lucha libre gratuita en su honor.
Sobre su padre recuerda que trabajó como ingeniero metalúrgico en San Luis Potosí, de él heredó su manera elegante de vestir, pero más su forma de ser humilde y por supuesto esa fortaleza que tuvo para mantener, junto con la madre de Dos Caras, a sus 14 hijos.
“Esto es en base a la educación que uno recibe desde niño, siempre mi padre lo veía bien vestido, bien arreglado, toda la vida nos dio todo lo necesario los 14 hermanos, 11 hombres y 3 mujeres, y a todos nos dio educación, a todos nos dios formación, llegaba el sobre (sueldo) y le decía a mi mamá Angela, hazte cargo de todo y se quitaba todos los pendientes”, comentó.
Al gladiador potosino desde joven le gustó trabajar, cuenta que uno de sus hermanos mayores le daba trabajo, aunque le salió a deber, pero para él era gratificante ganarse sus “pesitos” de aquella época.
“Yo era medio inquietón y me gustaba traer mi dinero en la bolsa y uno de mis hermanos era elevadorista atrás del Banco del Centro, luego mi hermano tenía otro trabajo y yo me iba a suplirlo, nunca me pagaban, que gacho y nomas me daba dos pesos pero dos pesos eran como unos 30 pesos de ahora” recordó.
El hermano de Mil Máscaras estuvo acompañado de su hijo, el también gladiador Alberto del Río, quien fue el que más se sorprendió de las anécdotas que contaba su padre incluso soltó algunas carcajadas al escuchar lo que su padre hacía en su niñez, como aquella pelea que tuvo con un joven más grande que él y que le costó que lo echaran de la escuela.
“A mi me gustaba mucho tocar tambor y había una banda de guerra en la escuela y el jefe de la banda de guerra quería que tocara la corneta y dije ¡no esa no me gusta! y no me dejaba que tocara el tambor, le decían el “Vampiro” y un dia en el recreo a la salida estaba más grandote que yo y como mi jefe nos enseñó a boxear, pues ahi le rompi su “maraca” y pues eso fue que me valiera que me corrieran de la escuela, era el hijo del director”, dijo Dos Caras.
Al salir de esta institución buscó por todos los medios seguir estudiando, fue así que hizo la preparatoria nocturna, fue en ese lapso donde encontró su camino primero por la lucha olímpica y después por el deporte de los costalazos.
“Entrenaba lucha olímpica en el Pentatlón Militar Universitario, di mis primeros pasos como campeón estatal en lucha olímpica en 62 kilos”, comentó gladiador que tiempo después se ganaría el gusto de la afición mexicana y luego de otros países.
Precisamente ya siendo luchador profesional, Dos Caras compartió cuadrilátero con los mejores luchadores de la época, y aunque fueron pocas las veces que peleó con sus hermanos, está orgulloso de lo que hicieron cada uno por su lado.
“Yo luché pocas ocasiones en pareja con mi hermano Mil Máscaras, un poquito menos con mi hermano el Sicodelico, yo siempre jalé por mi lado como independiente, Mil Máscaras luchaba en Estados Unidos, yo andaba para acá y cuando él regresaba a México, yo andaba en el oriente, prácticamente nos hicimos cada quien por su lado y cada quien logramos lo que logramos, en base a nuestro esfuerzo en forma personal”.
Fue así como el gladiador potosino contó una parte de su vida, de esos éxitos que vale la pena la conozcan los jóvenes y que lo vean como todo un ejemplo de ser un profesional dentro y fuera de los cuadriláteros.