En San Luis Potosí se vivía un ambiente diferente, las calles lucían distintas a lo acostumbrado, en ellas, la gente caminaba y disfrutaba su domingo familiar, muchas de ellas vistiendo los colores rojiblancos, otras lucían sus playeras auriazules, sí, los potosinos vivían un fin de semana distinto, un domingo de final, de regreso a primera división.
Desde temprana hora las calles aledañas al “Alfonso Lastras” ya lucían pobladas, entre los tradicionales vendedores, hasta alguno que otro aficionado al Atlético en busca de un boleto que le permita poder presenciar en vivo, el regreso de su equipo a la división de oro.
La hora se acercaba y los accesos comenzaban a recibir a los primeros parroquianos de la tarde, ansiosos con el boleto en mano, iniciaban la larga espera por ingresar al que ellos llaman “El Tempo del Dolor”.
Eran las 18:30 horas y Dorados hacia su aparición, solitarios y con Maradona como estandarte, el cuadro visitante lucia tranquilo, sereno, sabiendo lo que se jugaba en unas horas; minutos más tarde arribó el cuadro de casa; ellos, por el contrario, fueron recibidos por el apoyo de familiares y amigos, sin duda alguna una inyección de motivación para cada uno de ellos.
La hora llegó, en la tribuna no había un espacio par aun aficionado más, en la cancha ya se encontraban los escudos de ambas escuadras, acompañados por la monumental bandera mexicana, las notas del himno de la Liga MX y el Himno Nacional Mexicano, eran el preámbulo para el arranque del cotejo; los veintidós jugadores formados comenzaban a saltar y moverse en su lugar, síntoma de ansiedad y nervios.
El balón por fin rodó, Atléticos y Dorados se jugaban toda una temporada en 90 minutos, o un poco más si se iba al alargue el encuentro; Nico Ibáñez y Noé Maya tuvieron la posibilidad de mandar al frente al equipo de casa, pero el grito de gol se ahogaba en las gargantas de los potosinos que veían como corrían los primeros 45 minutos, sin que los rojiblancos pudieran abrir el marcador.
Comenzaban el complemento, en las gradas los canticos y voces de aliento no cesaban, mientras los segundos avanzaban y en el rostro de los aficionados se reflejaba la incertidumbre y nerviosismo de que les depararía el destino; este lucia incierto y apremiante.
Sosa y Maradona comenzaban a mover sus piezas, buscando en una de ellas encontrar la clave para abrir un partido que era más de errores que de aciertos; en la tribuna comenzaba a sonar un nombre “oeee oee oe oeeee Chinooo, Chinoooo”, el héroe de la final del torneo de Apertura donde el Atlético levantaría la Copa; llamado al que el timonel potosino hizo caso mandándolo a la cancha, pero poco pudo hacer para evitar que el encuentro se fuera a tiempos extras.
Un gol, solo un gol en tiempo extra marcó la diferencia, miles de gargantas se desahogaron, los rostros de angustia ahora eran de felicidad, el nombre de Unai Bilbao quedará marcado en la historia del futbol potosino, ese gol que le dio el ansiado boleto al Atlético de San Luis de regresó a la Primera División.
Así se vivió el encuentro entre ADSL y Dorados por el pase a Primera División