“Que se vayan los agresores”; escritoras no participarán en Huellas del Crimen 2020

Afirman que no es congruente compartir mesa con un moderador acusado de agresiones físicas hacia una dramaturga

Alejandra Ruiz | El Sol de San Luis

  · viernes 18 de septiembre de 2020

Cortesía | CEART

A unos días de dar inicio el tradicional Encuentro Internacional de Novela Negra de San Luis Potosí Huellas del Crimen 2020, resonaron las denuncias y cancelaciones de escritoras mexicanas, quienes decidieron no formar parte de este evento literario debido a la participación de un escritor potosino quien en el año 2017, fuera acusado y denunciado por agresiones físicas hacia una dramaturga potosina.

En un acto repleto de hermandad la escritora Liliana Blum y la periodista Lydiette Carrión, manifestaron su inconformidad por tener que compartir espacios de creación con violentadores, donde además exhibieron su repudio ante la mala organización de dicho encuentro, enfatizando que no sería muy congruente de su parte compartir mesa con un moderador que se ha distinguido por abusar y violentar a otras mujeres escritoras.

Lydiette Carrión fue la primera en cancelar su intervención, que en una sorprendente muestra de apoyo y acto de resistencia ante la violencia machista que se manifiesta en este tipo de espacios culturales, señaló que por coherencia, pero sobre todo por sororidad con las colegas potosinas, cancelaría su participación en dicho encuentro, puesto que sabía de las denuncias -impunes-, contra uno de los moderadores, “¿Cómo iba hablar de La fosa del Agua, moderada así?”.

Cabe señalar que Carrión es autora del libro “La Fosa del agua”, en el cual documenta las desapariciones de jóvenes de Ecatepec y Los Reyes Tecámac, en el Estado de México, así como el tortuoso camino de sus familias por la búsqueda de justicia y, la brutalidad y la voraz violencia que rodea los feminicidios.

Por otro lado Liliana Blum autora de “El monstruo pentápodo”, hizo pública su decisión de no participar en Huellas del Crimen 2020, al mismo tiempo expresó no querer compartir espacio, ni de manera virtual, con participantes misóginos y acosadores, “por lo anterior me he retirado del programa. Gracias a mi casa Planeta por su respaldo”, asimismo agregó que al menos su postura -que es legítima-, pondrá en evidencia el rechazo hacia ese tipo de hombres.

En el mismo tenor, Dahlia de la Cerda, narradora, activista y autora de “Perras de Reserva” fortaleció esta demanda social con una visión muy particular, en la que exclamó en sus redes sociales la importancia de estar presente en estos espacios que son imprescindibles para las mujeres y que de ninguna manera deberían ser ellas las que paguen por la omisión y silencio de organizadores que deciden no prestar importancia al perfil violento de sus participantes.

“Me invitaron a participar en el Festival Huellas del Crimen. El día de hoy me enteré que mi mesa iba a ser moderada por un vato denunciado en el MeToo. Mandé mensaje a la organización para externar mi preocupación y me dijeron que el autor había decidido no participar. Aquí me gustaría hacer la aclaración de que hay muchas cosas cuestionables en la respuesta y organización del festival, pero quiero que la atención se quede en lo importante: Nosotras no tenemos que pagar por las agresiones de nadie”.

“Respaldo a las mujeres que decidieron no compartir espacios con agresores o presuntos agresores, pero en la literatura y en el arte en general las mujeres seguimos sin tener representatividad, y quienes no deberían de estar: son los agresores, no nosotras. Que se vayan ellos”

“Pido por favor, tanto a quienes curan los eventos como a quienes nos cuestionan por compartir espacios con agresores, que no nos pongan entre la espada y la pared. No es justo, no es nuestra culpa, no tenemos que sacrificarnos. La equidad en los eventos literarios no sólo es invitar a la mitad de mujeres, es generar las condiciones para que las autoras presentemos nuestra obra sin violencias, sin agresores y sin encrucijadas éticas. De mi parte no les voy a ceder ningún otro espacio, que ellos reparen”.

Huellas del Crimen 2020 iniciará este próximo lunes 21 de septiembre, encuentro en el que se efectuarán 19 mesas, 3 talleres y el ciclo de cine, todas las actividades serán transmitidas mediante las plataformas digitales y redes sociales institucionales del Centro de las Artes de San Luis Potosí.

LA HISTORIA DETRÁS DE LA AGRESIÓN

En el año 2017 el escritor Joserra Ortíz fue denunciado por una dramaturga y escritora potosina, quien expresó haber sido violentada físicamente por él, posterior a ello la víctima expuso su temor en innumerables ocasiones a través de sus redes sociales, por el acoso y hostigamiento que recibió de parte del agresor, sus amigos e incluso alumnos (del violentador) al hacer pública tan lastimosa situación.

En el año 2019 el movimiento Me too Escritores Mexicanos, expuso innumerables denuncias anónimas de escritoras y alumnas que señalaban al escritor como golpeador; en el mismo año la colectiva feminista “Las del Aquelarre” lo expuso a nivel nacional como un golpeador y acosador. De igual manera en la inauguración del Festival Huellas del Crimen 2019, un grupo de activistas potosinas entregaron panfletos a las afueras del Centro de las Artes donde lo exhibían como violentador de mujeres.

El acusado actualmente se desempeña como profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, y hasta el momento sólo se sabe que declinó su participación en Huellas del Crimen 2020, situación a la que no ha dado ningún tipo de declaración.

REDES DE APOYO TEJIDAS POR MUJERES

Ante el posicionamiento de las participantes de esta edición del Encuentro Nacional de Novela Negra, activistas, defensoras de los derechos humanos y gestoras culturales de la entidad, se pronunciaron a favor de la cancelación de espacios en los que participe cualquier tipo de agresor.

Insisten que ante este tipo de denuncias no existe destrucción alguna en la vida del señalado, quien hasta ahora -como indican-, la impunidad le cobija. Sin embargo, el silencio sí es una oportunidad para que la víctima se adentre a un mundo violento y duro, en el que difícilmente se le resarcirá el daño, por ello el hablar de estas situaciones es un acto simbólico de resistencia y una oportunidad para orientar acciones que se pronuncien a un cambio a favor de las mujeres.

Generar espacios dignos, pero sobre todo óptimos para no violentar los derechos humanos de las mujeres, es una de las finalidades de las mujeres que pertenecen al movimiento feminista y que desde hace años portan el estandarte de no encubrir ningún acto violento de parte de ningún tipo de hombre.