La Cultura, el Arte y de manera especial las letras están de luto, con la pérdida de la descollante escritora zacatecana, Amparo Dávila, quien falleció a los 92 años de edad y pasó en tierra potosina gran parte de su infancia y adolescencia. Tuvo la gran oportunidad de interactuar y tener una íntima amistad, así como desarrollar su trayectoria literaria con el Sacerdote tan entrañable y querido por los potosinos, también amante de las letras y las artes, Mons. Joaquín Antonio Peñalosa Santillán, QEPD.
Amparo Dávila (Pinos, Zacatecas, México, 21 de febrero de 1928 - Ciudad de México, México, 18 de abril de 2020), escritora mexicana ganadora del Premio “Xavier Villaurrutia” en 1977. Estuvo casada con el pintor, escultor y dibujante mexicano Pedro Coronel.
A finales de 2015 se le otorgó la Medalla Bellas Artes en reconocimiento a su trayectoria y desde 2015 se convoca un Premio Nacional de Cuento Fantástico con su nombre.
Según la fuente de Wikipedia, fue la única sobreviviente entre sus hermanos debido a que su hermano mayor murió al nacer, el siguiente murió de meningitis y el último murió durante su infancia.
Aprendió a amar la lectura a muy temprana edad pasando el tiempo en la biblioteca de su padre.
A los siete años se traslada a San Luis Potosí para estudiar la primaria y secundaria.
Su infancia fue marcada por el miedo, un tema que aparece en algún número de sus trabajos futuros como autora. Su primer trabajo Publicado fue “Salmos bajo la luna” en 1950, seguido por “Meditaciones a la orilla del sueño” en 1954 y “Perfil de soledades”, también de ese mismo año. En ese mismo año se mudó a la ciudad de México donde trabajó como secretaria de Alfonso Reyes.
En 1966 fue parte del Centro Mexicano de Escritores donde recibió una pensión para seguir escribiendo.
En el 2008, Dávila fue reconocida por el Palacio de Bellas Artes.
Amparo Dávila es conocida por su uso de temas de locura, peligro y muerte, generalmente relacionados con una mujer como protagonista. Muchos de ellos parecen tener desórdenes mentales con tendencia a la violencia física.
Muchas veces la mujer no es capaz de escapar de la locura como una forma de sobrellevar las decisiones tomadas. Ella también juega con la idea del tiempo como un símbolo de lo que no se puede cambiar.
Los personajes femeninos de sus relatos han llamado la atención de la crítica, aun cuando varios de sus protagonistas son varones. En ambos casos, sin embargo, destaca tanto lo frustrado de las relaciones interpersonales (noviazgos que no llegan a culminar en casamiento, parejas infelices, matrimonios asfixiados por la rutina) como el deseo ardiente y no satisfecho de contar con una pareja.
Acerca del proceso creativo y la relación con el autor la encontramos en Los narradores ante el público: "No creo en la literatura hecha a base de inteligencia pura o la sola imaginación, yo creo en la literatura vivencial, ya que esto, la vivencia, es lo que comunica a la obra la clara sensación de lo conocido, de lo ya vivido, lo que hace que la obra perdure en la memoria y en el sentimiento".
En septiembre de 2013, Amparo fue homenajeada por el noveno encuentro de escritores, Literatura en el Bravo, siendo la primera mujer que recibe este galardón por dicho encuentro.
En 2020 fue designada ganadora del Tercer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura que otorga la Universidad de Guanajuato (UG), por su trayectoria destacada dentro del género del cuento.