/ sábado 8 de mayo de 2021

Pilar Quintana, ganadora del premio Alfaguara

Pilar Quinta, nos cuenta desde su voz infantil, en un tiempo dislocado entre la narración y los hechos, las ausencias que ella y sus padres han vivido

De los temores infantiles, sin duda, la orfandad es el mayor. El terror al desamparo, al abandono. Esa soledad traducida en zozobra ante los horrores del mundo. Pero hay distintas orfandades: de madre, padre o ambas. Todas evocan carencia y vulnerabilidad. Sin embargo, la que se viven en presencia, la ausencia emocional, es la más terrible.

Claudia, la protagonista de Los Abismos escrita por Pilar Quinta, nos cuenta desde su voz infantil, en un tiempo dislocado entre la narración y los hechos, las ausencias que ella y sus padres han vivido, ya sea por la muerte prematura de los abuelos o la falta de conexión emocional que su madre y su abuela ejercen ante sus propias hijas.

Los Abismo, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2021, es una obra narrada con absoluta sencillez, con el lenguaje claro, dulce e irreverente de los niños pero desde la misma honestidad ante el dolor y el miedo. Temor latente de perder a sus padres, de verlos sumirse en ese precipicio al que se confrontan tras reconocer sus propios vacíos. Miedo y caída que la misma Claudia enfrenta al mirarse bajo la posibilidad del suicidio.

La maternidad ausente es tocada por Pilar Quintana como un análisis a un sector social femenino incubado en la insatisfacción personal. Son madres sedientas de libertad, carentes de opciones y arraigadas a una cotidianidad vacua. Victimas de la imposición masculina en la que no hay oportunidades solo ser hija para después ser esposa y luego madre. Maternidad que para la abuela y Claudia mamá nunca fue una elección sino un deber ser.

Mi abuela dormía hasta la media mañana y mi mamá se iba al colegio sin verla. Una vez en el club, ella oyó cuando una señora le preguntó a mi abuela por qué no había tenido más hijos -Ay mija -dijo mi abuela-, si hubiera podido evitarlo, tampoco había tenido a esta. Las dos señoras soltaron la carcajada. Mi mamá acababa de salir de la piscina y chorreaba agua. Sintió, me dijo, que le abrían el pecho para meterle una mano y arrancarle el corazón.

Historia de nuestras mujeres latinoamericanas. Historias que se repite y repite las ausencias. Claudia madre, a pesar de la herida ejercida por la falta de conexión de su mamá, revive la misma historia con la pequeña Claudia. Son horas de abandono en la cama, sea leyendo la revista Hola o dormida, convaleciente de una rinitis que vuelve cada que el propio abismo es visibilizado: primero con la muerte de su madre, luego al descubrirse en un matrimonio por conveniencia y abandonada por su amante.

En la novela, los abismos físicos asemejan a los internos. Pilar Quintana nos describe una casa en la cima de una cumbre encañonada, llena de maleza, neblina y misterio. Es el vacío que en un segundo confunde a Claudia hija y le hace ofrecerle a su muñeca Paulina. Dice en su voz cándida: La vi entrar en la neblina que tapaba el cañón. - ¿Por qué? -Dijo mi mamá. Mi papá me miraba. -Porque ya no quería seguir viviendo. -Ellos sin saber que decir, se miraron. -Hay gente que se quiere morir -agregué.

Y es que Claudia, tal vez cansada del miedo por verse y sentirse huérfana prefiere repetir la suerte de su tía Gloria Inés, y la de Rebeca personajes que Quintana hace desaparecer en diferentes abismos, una desde el piso 18 de su departamento y la otra, ante el misterio de la posibilidad de un accidente en el cañón.

Cansada, también, de mirar las grietas que conforman la realidad de sus padres. Él huérfano de madre desde su nacimiento, abandonado por su padre ante el dolor de perder a la esposa. Claudia hija, no para de imaginarlo como un ser pequeño indefenso, solo, culpabilizado por el fallecimiento materno, pero aterrorizada porque él sufra el mismo destino y se pierda en el camino sinuoso de la carretera a la casa en el acantilado. Y aún así, Claudia, advierte en esa grieta un abismo en donde el niño abandonado es capaz de convertirse en un monstro furioso por la infidelidad de su esposa.

Para la psicóloga y pedagoga Martha Hernández Portugues, “dentro del enfoque sistémico transgeneracional existen las madres blancas que evoca a una figura materna muy tenues, su presencia no es fuerte lo que genera inseguridad. Cuando ellas llegan a ser mamá se produce una cadena que se puede rastreas desde las bisabuelas y generan ciertos patrones. Sabemos que la mamá es quién pone los límites, mismos que nos dan seguridad; al haber falta de límites se crea vacío e inseguridad”.

La escritora colombiana, Pilar Quintana, ha comentado en entrevistas que el gran tema se su obra es la maternidad. También ha referido que en ese sentido, Los abismos y La perra son libros de su autoria en donde explora el tema en forma contradiictoria conformadose uno como el reverso del otro.

Entre la bibliografía de Quintana se encuentran las novelas Cosquillas en la Lengua, Coleccionistas de Polvos Raros, El Aleph, La perra, El Cobre y Conspiración iguana, así como la colección de cuentos Caperucita se come al lobo. Quintana ha recibido el premio Biblioteca de Narrativa Colombiana por el libro La perra en 2018. El pasado 21 de enero se anunció a Los abismos como ganador de este año al premio Alfaguara de novela.


De los temores infantiles, sin duda, la orfandad es el mayor. El terror al desamparo, al abandono. Esa soledad traducida en zozobra ante los horrores del mundo. Pero hay distintas orfandades: de madre, padre o ambas. Todas evocan carencia y vulnerabilidad. Sin embargo, la que se viven en presencia, la ausencia emocional, es la más terrible.

Claudia, la protagonista de Los Abismos escrita por Pilar Quinta, nos cuenta desde su voz infantil, en un tiempo dislocado entre la narración y los hechos, las ausencias que ella y sus padres han vivido, ya sea por la muerte prematura de los abuelos o la falta de conexión emocional que su madre y su abuela ejercen ante sus propias hijas.

Los Abismo, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2021, es una obra narrada con absoluta sencillez, con el lenguaje claro, dulce e irreverente de los niños pero desde la misma honestidad ante el dolor y el miedo. Temor latente de perder a sus padres, de verlos sumirse en ese precipicio al que se confrontan tras reconocer sus propios vacíos. Miedo y caída que la misma Claudia enfrenta al mirarse bajo la posibilidad del suicidio.

La maternidad ausente es tocada por Pilar Quintana como un análisis a un sector social femenino incubado en la insatisfacción personal. Son madres sedientas de libertad, carentes de opciones y arraigadas a una cotidianidad vacua. Victimas de la imposición masculina en la que no hay oportunidades solo ser hija para después ser esposa y luego madre. Maternidad que para la abuela y Claudia mamá nunca fue una elección sino un deber ser.

Mi abuela dormía hasta la media mañana y mi mamá se iba al colegio sin verla. Una vez en el club, ella oyó cuando una señora le preguntó a mi abuela por qué no había tenido más hijos -Ay mija -dijo mi abuela-, si hubiera podido evitarlo, tampoco había tenido a esta. Las dos señoras soltaron la carcajada. Mi mamá acababa de salir de la piscina y chorreaba agua. Sintió, me dijo, que le abrían el pecho para meterle una mano y arrancarle el corazón.

Historia de nuestras mujeres latinoamericanas. Historias que se repite y repite las ausencias. Claudia madre, a pesar de la herida ejercida por la falta de conexión de su mamá, revive la misma historia con la pequeña Claudia. Son horas de abandono en la cama, sea leyendo la revista Hola o dormida, convaleciente de una rinitis que vuelve cada que el propio abismo es visibilizado: primero con la muerte de su madre, luego al descubrirse en un matrimonio por conveniencia y abandonada por su amante.

En la novela, los abismos físicos asemejan a los internos. Pilar Quintana nos describe una casa en la cima de una cumbre encañonada, llena de maleza, neblina y misterio. Es el vacío que en un segundo confunde a Claudia hija y le hace ofrecerle a su muñeca Paulina. Dice en su voz cándida: La vi entrar en la neblina que tapaba el cañón. - ¿Por qué? -Dijo mi mamá. Mi papá me miraba. -Porque ya no quería seguir viviendo. -Ellos sin saber que decir, se miraron. -Hay gente que se quiere morir -agregué.

Y es que Claudia, tal vez cansada del miedo por verse y sentirse huérfana prefiere repetir la suerte de su tía Gloria Inés, y la de Rebeca personajes que Quintana hace desaparecer en diferentes abismos, una desde el piso 18 de su departamento y la otra, ante el misterio de la posibilidad de un accidente en el cañón.

Cansada, también, de mirar las grietas que conforman la realidad de sus padres. Él huérfano de madre desde su nacimiento, abandonado por su padre ante el dolor de perder a la esposa. Claudia hija, no para de imaginarlo como un ser pequeño indefenso, solo, culpabilizado por el fallecimiento materno, pero aterrorizada porque él sufra el mismo destino y se pierda en el camino sinuoso de la carretera a la casa en el acantilado. Y aún así, Claudia, advierte en esa grieta un abismo en donde el niño abandonado es capaz de convertirse en un monstro furioso por la infidelidad de su esposa.

Para la psicóloga y pedagoga Martha Hernández Portugues, “dentro del enfoque sistémico transgeneracional existen las madres blancas que evoca a una figura materna muy tenues, su presencia no es fuerte lo que genera inseguridad. Cuando ellas llegan a ser mamá se produce una cadena que se puede rastreas desde las bisabuelas y generan ciertos patrones. Sabemos que la mamá es quién pone los límites, mismos que nos dan seguridad; al haber falta de límites se crea vacío e inseguridad”.

La escritora colombiana, Pilar Quintana, ha comentado en entrevistas que el gran tema se su obra es la maternidad. También ha referido que en ese sentido, Los abismos y La perra son libros de su autoria en donde explora el tema en forma contradiictoria conformadose uno como el reverso del otro.

Entre la bibliografía de Quintana se encuentran las novelas Cosquillas en la Lengua, Coleccionistas de Polvos Raros, El Aleph, La perra, El Cobre y Conspiración iguana, así como la colección de cuentos Caperucita se come al lobo. Quintana ha recibido el premio Biblioteca de Narrativa Colombiana por el libro La perra en 2018. El pasado 21 de enero se anunció a Los abismos como ganador de este año al premio Alfaguara de novela.


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