“Los hijos muchas veces son ingratos con sus mamás, pues hay mujeres que dieron a luz 4, 6, 8, 10 o hasta 12 hijos, y no todos se quieren ocupar de visitar tan siquiera unos minutos a su madre, de llevarla al doctor, o de darle consuelo y cariño con su presencia, es triste esta realidad, pues los hijos no deben ser ingratos con quien les dio la vida y los cargó en su vientre durante 9 meses”.
“Los hijos dicen que no tienen tiempo para su mamá, pero su mamá si lo tuvo para ellos, por eso vemos que es una realidad muy triste el que los hijos sean ingratos, no debe ser así, pues ella les dio la vida, les dio su oxígeno, su sangre, su carne, sus huesos, les dio su vida misma y a la fecha se sacrifica por sus hijos, las pobres acaban hasta descalcificadas, no pueden ni dormir ni sentarse porque les duelen los huesos por cargar 9 meses al bebé, y así le pagan: con ingratitud”.
Así lo señaló el Presbítero Gabino Medina Portales, Rector y Párroco de la Basílica-Santuario Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, quien enfatizó con un dejo de tristeza: “una madre se sacrifica en quedarse incluso hasta con hambre para dar alimento a sus hijos, para que ellos coman hasta saciarse, y ellos no son capaces de darle unos minutos de visita, de su tiempo, que dizque porque tienen mucho trabajo”.
“Las pobres mujeres hasta renuncian a no comprarse unos zapatos, para dejar lo del gasto para sus hijos y ellos con lo que le pagan es con ingratitud. A las mamás les debemos respeto, amor, admiración, en ellas deben recaer todos nuestros esfuerzos, y los hijos también debemos sacrificarnos por ellas, a los hijos nos toca corresponder a su amor filial, ya lo dice el cuarto mandamiento de la Ley de Dios: honrarás a tu padre y a tu Madre”.
“Pidamos por la mujer que nos ha dado la vida, que nos permitió nacer, crecer, desarrollarnos y estar con vida, mientras otras segan la vida de sus hijos desde el vientre materno”.
El Padre Gabino Medina Portales hizo la exhortación a valorar más a las mamás y abuelitas, a darles todo nuestros amor, a ver por ellas en su ancianidad y enfermedad, “elevemos nuestra oración para que Dios se compadezca de ellas y les conceda la salud a nuestra madres hospitalizadas, a las que padecen enfermedades incurables, crónicas, progresivas y degenerativas; pidamos por las progenitoras que sufren el abandono, la soledad, que viven tristes porque sus hijos las han abandonado y dejado en el olvido con desprecio e ingratitud”.
“Oremos para que Dios convierta a los hijos y recapaciten, recordando que su madre les dio la vida y a ella le deben ser lo que son, pues algún día fueron bebés y ella los amamantó, los cuidó y veló por ellos, hasta quitarse el pan de la boca para dárselos”.