/ jueves 28 de julio de 2022

Guillermo Tellez: El baile es libertad

El coreógrafo, que ha participado en puestas en escena como Cats, Hello Dolly o Peter Pan habla de cómo fueron sus inicios en la danza y de cómo ha evolucionado esta disciplina

A pesar de sus más de 20 años de trayectoria, cada vez que Guillermo Tellez presenta un montaje en el escenario, sigue sintiendo la misma adrenalina que en sus inicios, como cuando interpretó al personaje que para él ha sido el mayor de sus retos: El Sr. Miscifustófeles, en el musical Cats.

Pero esa emoción continuó en la puesta en escena de A chorus line, en el papel de Richie Walters; después en el Diluvio que viene, Hello Dolly, Selena el musical, Peter Pan y muchas otras, hasta llegar a la pantalla grande, siendo el coreógrafo de la película Qué le dijiste a Dios, el musical de las canciones de Juan Gabriel.

Este destacado coreógrafo también ha sido el creador de los performances en la mayoría de los reality shows de Televisa, que van desde Pequeños gigantes hasta el más reciente Las estrellas bailan hoy. Y a pesar del contraste de estilos de baile que existe actualmente, él se adapta y logra moverse al ritmo del urbano, la salsa, el hip-hop y hasta el funky.

“La fusión de estilos es lo de hoy, hay ritmos que se ponen de moda. Del género urbano al reguetón y al jazz contemporáneo, nos tenemos que adaptar como coreógrafos, yo vengo del teatro musical, pero tengo que moverme hacia el mundo de ahora y combinar todo para crear un sello propio y que digan ‘eso lo montó Memo’, porque ahora con tanta fusión de estilos todo se parece.

Te puede interesar: Fallece Martha Bracho, impulsora de la danza contemporánea en México

“Debes tener herramientas por todos lados, y además te tienes que rodear de lo nuevo, si es el urbano, hacemos mancuernas con otros coreógrafos de otros estilos, me gusta abrirme a nuevos ritmos”.

Sobre coreografías de alta complejidad como la creada por Jaquel Kinght para el tema “All single ladies”, o la de “Bad romance” de Lady Gaga, de la autoría de Richard Jackson o incluso la de JLo en “Dance again”, de su expareja Casper Smart, comenta:

“Todos tienen algo que aprenderles, algo muy bueno, los coreógrafos que te cuentan algo en cada paso, aunque sea coreografía de concierto o de show, siempre se admiran”.

Dice que cada ritmo es el reflejo de cada cultura y generación, así como la expresión de pensamientos y estilos de vida que pueden provenir de los barrios más bajos de una ciudad o quizás de tribus urbanas que crean sus propias versiones, tanto de música como de danza.

Ejemplo de esto es la cumbia rebajada que se muestra en la cinta Ya no estoy aquí, como parte del estilo de vida de habitantes de ciudades perdidas del norte del país, particularmente de Monterrey.

Te puede interesar: Festival Danzatlán presenta obras sobre la marginación y discriminación

Asimismo, podemos citar otros bailes llamados de culto que han hecho historia y que han dado origen a distintas producciones, como la serie de Netflix Pose, que rinde tributo a la comunidad LGBT+ y a los concursos de baile de los años ochenta, llamados balls, frecuentados por gays y travestis de raza negra.

“Las balls son reuniones de personas a las que no se les deja entrar juntas en cualquier otro sitio”, dice Blanca Rodriguez-Evangelista, interpretada por la actriz trans MJ Rodríguez, en un capítulo de la serie.

Se trata de una subcultura del barrio neoyorquino de Harlem, en Nueva York, donde surge el Voguin o Voguei, un baile que se inspira en las poses de las revistas de moda, los jeroglíficos y las artes marciales, y a través del cual se expresaban diversas emociones y sentimientos de represión.

“Todo parte de las generaciones, así como lo urbano, este tipo de series nos dan a conocer el panorama del surgimiento de ritmos que permanecieron ocultos por mucho tiempo”.

Un sueño como el de muchos

El sueño de Memo de ser bailarín, comenzó a la edad de 14 años y dice que fue algo parecido a la historia de Billy Elliot. Su papá era un boxeador profesional muy famoso en los años sesenta.

“Al principio fue un poco difícil convencerlo de que quería ser bailarín, pero después me respaldó, el apoyo más importante siempre fue de mi madre, quien desde niño se dio cuenta de que era mi más grande pasión y que me enfocaría en eso”, recuerda.

“Me empecé a adentrar en el mundo del baile por un programa muy famoso de los años ochenta que se llamaba La disco Jackson, con César Bono, y de ahí nació en mí toda esta maravilla de la danza, de poder hacer todo eso que veía en la televisión; era la época del break dance, no conocía nada de la danza profesional y a raíz de eso mi madre vio mi entusiasmo y me dijo que debía empezar de manera profesional”.

Cuenta que un amigo que estudiaba karate le dijo que conocía una escuela de danza en la colonia San Rafael.

“Resulta que era la academia de Emma Pulido, la mejor escuela de México en ese tiempo y recuerdo que la primera vez que entré estaban haciendo un ejercicio y dije: Yo quiero hacer eso, desde entonces no me he dejado de mover”.

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Actualmente, el coreógrafo cuenta con su propio estudio de danza donde se encuentra con casos de alumnos que no pueden cumplir sus sueños.

“Me he enfrentado con casos en los que en sus casas no los dejan estudiar danza por cuestiones económicas o culturales y algunos me dicen: ‘Tengo que trabajar para pagarme las clases’, además de que sigue existiendo ese pensamiento de que el baile es sólo para un género”.

Tras algún tiempo de estudios en la Ciudad de México, decidió cambiar el rumbo y especializarse como coreógrafo, pero eso sólo podría ser posible en Broadway.

“Me fui a Nueva York y llegué al Dance Center Broadway, ahí les dije que podía hacer lo que fuera con tal de obtener una beca, así que limpiaba los salones y los baños de la escuela, y me regalaban las clases. Fue algo muy padre que nunca esperé vivir, pero me ayudó mucho como persona. Tomé clases con los mejores maestros de la industria teatral de Nueva York; quería aprender teatro musical y no existían escuelas dedicadas a eso en México, y necesitaba reforzar mi carrera como coreógrafo”.

Su mayor inspiración es el desaparecido Bob Fosee, coreógrafo de importantes musicales como Chicago y Cabaret.

Su mayor reto

Pero el personaje de Miscifustófeles en Cats, ha sido el mayor reto de su carrera. “Ese personaje tan complicado fue escrito para un bailarín de ballet, cuando hice esa obra ya era un buen bailarín, bien entrenado, pero no de ballet y tenía que enfrentarme a una combinación de pasos totalmente de ballet que gracias a Dios saqué adelante, pero es el reto más grande que he tenido en mi carrera”, confiesa.

Entre sus proyectos más recientes se encuentra el estreno de la versión moderna de la telenovela Senda prohibida, de la productora Giselle González, para Televisa.

“Para mí el baile más que una profesión, es una vocación; tienes que vivirlo con pasión y pensamiento crítico, que siempre digas y bailes lo que sientes, porque el baile es libertad”, concluye.



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A pesar de sus más de 20 años de trayectoria, cada vez que Guillermo Tellez presenta un montaje en el escenario, sigue sintiendo la misma adrenalina que en sus inicios, como cuando interpretó al personaje que para él ha sido el mayor de sus retos: El Sr. Miscifustófeles, en el musical Cats.

Pero esa emoción continuó en la puesta en escena de A chorus line, en el papel de Richie Walters; después en el Diluvio que viene, Hello Dolly, Selena el musical, Peter Pan y muchas otras, hasta llegar a la pantalla grande, siendo el coreógrafo de la película Qué le dijiste a Dios, el musical de las canciones de Juan Gabriel.

Este destacado coreógrafo también ha sido el creador de los performances en la mayoría de los reality shows de Televisa, que van desde Pequeños gigantes hasta el más reciente Las estrellas bailan hoy. Y a pesar del contraste de estilos de baile que existe actualmente, él se adapta y logra moverse al ritmo del urbano, la salsa, el hip-hop y hasta el funky.

“La fusión de estilos es lo de hoy, hay ritmos que se ponen de moda. Del género urbano al reguetón y al jazz contemporáneo, nos tenemos que adaptar como coreógrafos, yo vengo del teatro musical, pero tengo que moverme hacia el mundo de ahora y combinar todo para crear un sello propio y que digan ‘eso lo montó Memo’, porque ahora con tanta fusión de estilos todo se parece.

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“Debes tener herramientas por todos lados, y además te tienes que rodear de lo nuevo, si es el urbano, hacemos mancuernas con otros coreógrafos de otros estilos, me gusta abrirme a nuevos ritmos”.

Sobre coreografías de alta complejidad como la creada por Jaquel Kinght para el tema “All single ladies”, o la de “Bad romance” de Lady Gaga, de la autoría de Richard Jackson o incluso la de JLo en “Dance again”, de su expareja Casper Smart, comenta:

“Todos tienen algo que aprenderles, algo muy bueno, los coreógrafos que te cuentan algo en cada paso, aunque sea coreografía de concierto o de show, siempre se admiran”.

Dice que cada ritmo es el reflejo de cada cultura y generación, así como la expresión de pensamientos y estilos de vida que pueden provenir de los barrios más bajos de una ciudad o quizás de tribus urbanas que crean sus propias versiones, tanto de música como de danza.

Ejemplo de esto es la cumbia rebajada que se muestra en la cinta Ya no estoy aquí, como parte del estilo de vida de habitantes de ciudades perdidas del norte del país, particularmente de Monterrey.

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Asimismo, podemos citar otros bailes llamados de culto que han hecho historia y que han dado origen a distintas producciones, como la serie de Netflix Pose, que rinde tributo a la comunidad LGBT+ y a los concursos de baile de los años ochenta, llamados balls, frecuentados por gays y travestis de raza negra.

“Las balls son reuniones de personas a las que no se les deja entrar juntas en cualquier otro sitio”, dice Blanca Rodriguez-Evangelista, interpretada por la actriz trans MJ Rodríguez, en un capítulo de la serie.

Se trata de una subcultura del barrio neoyorquino de Harlem, en Nueva York, donde surge el Voguin o Voguei, un baile que se inspira en las poses de las revistas de moda, los jeroglíficos y las artes marciales, y a través del cual se expresaban diversas emociones y sentimientos de represión.

“Todo parte de las generaciones, así como lo urbano, este tipo de series nos dan a conocer el panorama del surgimiento de ritmos que permanecieron ocultos por mucho tiempo”.

Un sueño como el de muchos

El sueño de Memo de ser bailarín, comenzó a la edad de 14 años y dice que fue algo parecido a la historia de Billy Elliot. Su papá era un boxeador profesional muy famoso en los años sesenta.

“Al principio fue un poco difícil convencerlo de que quería ser bailarín, pero después me respaldó, el apoyo más importante siempre fue de mi madre, quien desde niño se dio cuenta de que era mi más grande pasión y que me enfocaría en eso”, recuerda.

“Me empecé a adentrar en el mundo del baile por un programa muy famoso de los años ochenta que se llamaba La disco Jackson, con César Bono, y de ahí nació en mí toda esta maravilla de la danza, de poder hacer todo eso que veía en la televisión; era la época del break dance, no conocía nada de la danza profesional y a raíz de eso mi madre vio mi entusiasmo y me dijo que debía empezar de manera profesional”.

Cuenta que un amigo que estudiaba karate le dijo que conocía una escuela de danza en la colonia San Rafael.

“Resulta que era la academia de Emma Pulido, la mejor escuela de México en ese tiempo y recuerdo que la primera vez que entré estaban haciendo un ejercicio y dije: Yo quiero hacer eso, desde entonces no me he dejado de mover”.

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Actualmente, el coreógrafo cuenta con su propio estudio de danza donde se encuentra con casos de alumnos que no pueden cumplir sus sueños.

“Me he enfrentado con casos en los que en sus casas no los dejan estudiar danza por cuestiones económicas o culturales y algunos me dicen: ‘Tengo que trabajar para pagarme las clases’, además de que sigue existiendo ese pensamiento de que el baile es sólo para un género”.

Tras algún tiempo de estudios en la Ciudad de México, decidió cambiar el rumbo y especializarse como coreógrafo, pero eso sólo podría ser posible en Broadway.

“Me fui a Nueva York y llegué al Dance Center Broadway, ahí les dije que podía hacer lo que fuera con tal de obtener una beca, así que limpiaba los salones y los baños de la escuela, y me regalaban las clases. Fue algo muy padre que nunca esperé vivir, pero me ayudó mucho como persona. Tomé clases con los mejores maestros de la industria teatral de Nueva York; quería aprender teatro musical y no existían escuelas dedicadas a eso en México, y necesitaba reforzar mi carrera como coreógrafo”.

Su mayor inspiración es el desaparecido Bob Fosee, coreógrafo de importantes musicales como Chicago y Cabaret.

Su mayor reto

Pero el personaje de Miscifustófeles en Cats, ha sido el mayor reto de su carrera. “Ese personaje tan complicado fue escrito para un bailarín de ballet, cuando hice esa obra ya era un buen bailarín, bien entrenado, pero no de ballet y tenía que enfrentarme a una combinación de pasos totalmente de ballet que gracias a Dios saqué adelante, pero es el reto más grande que he tenido en mi carrera”, confiesa.

Entre sus proyectos más recientes se encuentra el estreno de la versión moderna de la telenovela Senda prohibida, de la productora Giselle González, para Televisa.

“Para mí el baile más que una profesión, es una vocación; tienes que vivirlo con pasión y pensamiento crítico, que siempre digas y bailes lo que sientes, porque el baile es libertad”, concluye.



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