Ante la presencia de más de 1,200 participantes, la Arquidiócesis de San Luis Potosí, llevó a cabo con rotundo éxito su XXXIV Asamblea Diocesana de Pastoral, encabezada por su Arzobispo, Monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe, acompañado del Vicario de Episcopal de Pastoral, Pbro. Lic. Juan José Torres, Galván, de sacerdotes, religiosas(os), Agentes de Pastoral de las diversas Comisiones y Dimensiones de la Arquiodiócesis Potosina, y demás fieles laicos de todas y cada una de las parroquias, capellanías y rectorías, y de los diversos grupos y movimientos apostólicos y espirituales, así como de Seminaristas que se forman en el Seminario Arquidiocesano Guadalupano Josefino (mejor conocido como Seminario Mayor), donde se llevó a cabo este magno encuentro en el que se analizó el caminar y los retos de la Iglesia Católica Potosina, bajo el lema: “Nuevos Caminos para nuestra Iglesia Potosina”,
Cabe señalar que en esta Asamblea primeramente se invocó al Espíritu Santo y se adoró a Jesús Eucaristía con oraciones y emotivos cantos, para pedir que iluminara a cada uno de los participantes, entre Sacerdotes, fieles, seminaristas, por lo que el Arzobispo los exhortó a no dejar por ningún motivo la oración, pues es elemental estar unidos verdaderamente a nuestro Padre Dios y a nuestra Madre Santísima, estrella de la Evangelización, por lo que primeramente se tuvo un momento de ferviente oración, posteriormente se propició un tiempo de profunda reflexión y trabajo en equipo por Decanatos donde surgieron propuestas realistas y viables para la elaboración de nuestro V Plan Diocesano de Pastoral, un deseo que se viene gestando con el propósito de vivir con el espíritu de la sinodalidad en nuestra Iglesia Católica Potosina.
Por dos días seguidos se llevó a cabo esta trigésima cuarta Asamblea Diocesana de Pastoral, en la que el primer día, se abordó “La realidad social y eclesial”, y en el segundo día, se abordó “La voz del Magisterio de la Iglesia, que ilumina nuestro camino Pastoral” y “Buscando juntos nuevos caminos para nuestra Iglesia potosina”.
Se analizaron todo tipo de temáticas trascendentes y actuales a la luz del Evangelio de Cristo bendito, en base a la experiencias del pasado, estudiando el papel de la Iglesia en el presente, y de igual forma, los conferencistas participantes, generaron una amplia gama de propuestas para enfrentar los grandes retos de la evangelización en el futuro inmediato, dado que la Iglesia se ha visto seriamente comprometida y obligada a buscar nuevos caminos u horizontes para superar los grandes retos de llevar la Palabra de Dios en una sociedad devastada por los antivalores, como la corrupción, el egoísmo, la deshonestidad, las injusticias. Estamos en peligro de vernos absorbidos por una preocupante cultura de la muerte, como si la vida de un ser humano ya no valiera nada. Estamos prisioneros por lo mundano, lo material, lo fugaz, por el placer del tener más, de tener más autoridad, más poder para pisotear a los demás y atacarnos unos a otros.
Sin duda alguna se reflexionó con diversas ponencias y con análisis de los conferencistas, la nueva realidad y grandes retos a los que se enfrenta la Iglesia Católica, pero sin olvidar la premisa de seguir trabajando en la construcción de la civilización del amor.
Se dijo: “Queremos una Iglesia incluyente, indulgente, empática, espiritual, acogedora, conocedora, actualizada, formada en las verdades del Evangelio y del conocimiento de Cristo, caritativa, compasiva, cercana al pueblo, que salga de su zona de confort, que trabaje sin favoritismo, que motive al trabajo en conjunto, tomando en cuenta a todos los hombres y mujeres de pueblo santo de Dios, sin discriminar a nadie”.
“Queremos ser esa mirada y actitud de amor de nuestra Iglesia Potosina para que tenga esperanza, para que construya, viva y transmita la paz y podamos vivir la civilización del amor, de la que tanto se habla, pero que no se quede en palabras”.
“Hay que dar otro paso misionero adelante, sobre todo en espacios acelerados de estrés y enfermedades psicológicas en las que se cae en la desesperanza, porque hay que recordar que “la Iglesia pasa de ser Maestra a ser Madre”, porque cada persona es una historia de vida que la Iglesia acoge con alegría y esperanza para ayudar al prójimo”.
“Es preciso y urgente buscar el más ambicioso de los sueños con nuestro trabajo como Agentes de Pastoral pastoral que es una ofrenda a Dios, recordando siempre que el mayor peligro es no amar”.