- Libertad y rebeldía en la “Danza Dibujada”
Utilizando la danza y el dibujo como herramientas de auto identificación y expresión, un grupo de mujeres lleva al público un performance que consiste en tomar conciencia del propio cuerpo y liberarse a través de la música e introspección, para después hacer uso de la pintura y plasmar en grandes lienzos la liberación del ser.
Esta singular manifestación artística, surgió del taller “Danza Dibujada”, que fue ideado y reconfigurado a partir de las inquietudes de Alejandra Betancourt, una bailarina profesional que a través del movimiento y la acuarela manifiesta su voz interior, acaparando dos áreas que parecen estar separadas: la plástica y la danza, pero que aquí se fusionan y nos muestran lo contrario.
Para Alejandra, una mujer artista que trabaja con su cuerpo, ha sido fundamental crear sus propios espacios ante la precarización del trabajo de las mujeres, del arte escénico y de estas profesiones en general. A través de los años ha diseñado diversos encuentros en los que hombres y mujeres pueden aprender y abrir sus horizontes dentro del mundo de la danza, pero en esta ocasión decidió crear un espacio exclusivo para mujeres.
En las propias palabras de Betancourt, la edición exclusiva para mujeres fue completamente diferente, pues transformó los parámetros de los resultados, al respirarse un ambiente de mayor confianza, entre pares, donde ellas mismas tenían la oportunidad de entrar en armonía con su propio cuerpo, sin la mirada ajena de un ojo que cosifica, generando armonía y comunión en el camino.
Previo a la dinámica de trazar al ritmo del baile, las participantes hacen un ejercicio en el que sus manos se frotan y trasladan su energía a sus compañeras, para después, con ojos cerrados y mente enfocada, meditar en comunión y hacer palpable la contención entre nosotras, mujeres que a través del cuerpo se reconocen y crean fraternidad.
La danza dibujada, al ser un espacio comunitario, no pierde su carácter político, pues construye unión y sororidad entre mujeres, donde históricamente se les hizo pensar como enemigas. Además, ante la exploración del propio cuerpo, se traza un camino a su reconocimiento, muchas veces disociado de la realidad por falsos estereotipos de belleza que reproducen arquetipos ilusorios.
En una sociedad que sigue tratando al cuerpo de las mujeres como territorio de conquista, la reapropiación de este, la exploración de la mente y el encuentro de comunidad entre el género femenino denosta la libertad y significa rebeldía. Alejandra Betancourt abre fronteras para que niñas, jóvenes y mujeres se liberen y generen lazos entre ellas.