En la hermosa y arquitectónica Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, se llevó a cabo una magna peregrinación de candelas en la que participaron cientos de fieles, quienes llevaron velas, veladoras y Niños Dios a bendecir, y con profundo fervor y alegría encendieron y compartieron el fuego de sus candelas, para recordar que Cristo es Luz del mundo. Luz que brilla en la tinieblas.
Después de la bendición y peregrinación de candelas, se celebró una solemne celebración Eucarística, presidida por el Pbro. Rodolfo Duarte Ramírez, Vicario parroquial de la Basílica de Guadalupe.
Indicó que esta fiesta nos exhorta a todos los Cristianos de fe, a ser luz del mundo como lo fue Cristo bendito.
En ésta celebración se nos presenta a la Virgen María que tiene todavía al Niño Jesús en sus brazos, y lo lleva al templo para ofrecerlo. También se nos recuerda la Purificación a la cual se sometió la Santísima Virgen María por un acto sublime de humildad, sin estar obligada, pues ella ya era pura, inmaculada, sin mancha alguna.
"Conmemoramos la Presentación del Niño Jesús en el Templo a los cuarenta días del Nacimiento de Jesús, María se dirigió a Jerusalén para ofrecer el sacrificio prescrito por la ley de Moisés en el Antiguo Testamento. Es una fiesta del Señor y, a su vez, una fiesta de María, una de las Fiestas Marianas de mayor antigüedad en la Liturgia y en la Historia de la Iglesia.
Con la procesión se nos recuerda el viaje de Nuestra Señora a Jerusalén.
El cirio que recibimos de manos del sacerdote es un símbolo de Cristo, "luz para iluminar a las naciones", como decimos con palabras del Profeta Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu de la Luz de Dios para revelarse a los gentiles, y para gloria de Israel.
“Jesús ha sido puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción, y a tí, una espada te traspasará el alma, a fin de que sean descubiertos, los pensamientos de muchos corazones".
Y aún con esta profecía dolorosa quiso ser Nuestra Madre, luz para los pobres, tristes, solos, marginados y olvidados del mundo.
Concluyó el Sacerdote celebrante.