/ domingo 23 de junio de 2024

Un camino... Elige su vocación al sacerdocio para servir, Moisés Lira Serafín, próximo beato

« Elige su vocación al sacerdocio para servir », Moisés Lira Serafín, próximo beato

Teresa Eugenia García Castro

Art. 913

Nos serviremos de las mismas palabras del padre Moisés Lira Serafín acerca de cómo fue la elección de su vocación.

«Acabé la instrucción Primaria, hice un año de Comercio con los Hnos. de las Escuelas Cristianas y entonces, Petrita me dijo: “Escoge tu vocación”. Nunca me indicó la vocación, acabando la Instrucción Primaria me dijo: “Escoge tu carrera, lo que tú quieras y me dice: ¿Quieres un oficio, un arte, el Seminario? Me dices lo que quieras”.»

Aunque desde chico quiso ser sacerdote, ahora que se trata de decidir, sus experiencias de niño influían en él, pues más tarde nos recodaba: «En Amozoc, cuando era chiquillo, entre los seis y siete años, me gustaba ser panadero, porque me ha gustado mucho el pan, fogonero, porque atizaban el tren y gracias a él, se movía todo el convoy; carretero, porque guiaba, y ahora, ¿Sacerdote o Militar?»

En cuanto a su atractivo por la milicia, no fueron solamente los ejercicios militares de su infancia lo que influía en él y lo hacía dudar, sino que hubo la circunstancia de que en septiembre de 1910 se celebró el Primer Centenario de la Independencia de México; hubo un ambiente que exaltaba a los héroes mexicanos y hasta la provincia llegaron ecos de las fiestas regias que hubo en la Capital, fiestas tan suntuosas que se hubiera uno creído en las cortes europeas. Naturalmente que todas esas fiestas patrias y la inquietud que sobrevino después por la situación política del país, tuvieron que influir en Moisés y tenerlo perplejo por un tiempo acerca de qué camino seguir, tanto más que, como nos platicó él mismo: «Tenía un confesor que no se atrevía a decidir y, ni yo ni él, decíamos nada.»

«Me pasaba todos los días en Oración, en el Rosario, en la Misa, pensando: ¿Qué hacer? Y sentía: Vete al Seminario. Si no te gusta te sales. Por fin, un día le dije a Petrita: Me voy al Seminario.»

Esta indecisión no pasó desapercibida para el Padre Sedeño, que tenía un don y gracia especial para intuir las vocaciones. En una ocasión que se enfermó, Doña Petrita mandó a Moisés para que lo fuera a cuidar y un día el P. Sedeño, viendo seguramente a Moisés inteligente, piadoso, estudioso y notando su perplejidad, le dijo: «Oye, Moisés, ¿no quisieras ser sacerdote?» Y habló con él, e ingresó al Seminario como alumno externo, desde enero de 1911 a octubre de 1914.

El Rector del Seminario, el Sr. Enrique Sánchez Paredes, era director espiritual de Patrita y él fue quien me examinó la vocación y me dijo: Con que ¿quieres ser padrecito? Sí, contesté ¿Qué quiere ser? ¿Papa? ¡No! ¿Obispo? No ¿Canónigo? No, Señor ¿Párroco? No. Entonces, ¿qué quieres ser? Quiero ser Vicario, porque esté es el que más se amuela. En la fogosidad de su juventud a los diez y siete años, una vez que había decidido ser sacerdote y no militar, quería darse a través del sacrificio y la vida al servicio de los hermanos.

« Elige su vocación al sacerdocio para servir », Moisés Lira Serafín, próximo beato

Teresa Eugenia García Castro

Art. 913

Nos serviremos de las mismas palabras del padre Moisés Lira Serafín acerca de cómo fue la elección de su vocación.

«Acabé la instrucción Primaria, hice un año de Comercio con los Hnos. de las Escuelas Cristianas y entonces, Petrita me dijo: “Escoge tu vocación”. Nunca me indicó la vocación, acabando la Instrucción Primaria me dijo: “Escoge tu carrera, lo que tú quieras y me dice: ¿Quieres un oficio, un arte, el Seminario? Me dices lo que quieras”.»

Aunque desde chico quiso ser sacerdote, ahora que se trata de decidir, sus experiencias de niño influían en él, pues más tarde nos recodaba: «En Amozoc, cuando era chiquillo, entre los seis y siete años, me gustaba ser panadero, porque me ha gustado mucho el pan, fogonero, porque atizaban el tren y gracias a él, se movía todo el convoy; carretero, porque guiaba, y ahora, ¿Sacerdote o Militar?»

En cuanto a su atractivo por la milicia, no fueron solamente los ejercicios militares de su infancia lo que influía en él y lo hacía dudar, sino que hubo la circunstancia de que en septiembre de 1910 se celebró el Primer Centenario de la Independencia de México; hubo un ambiente que exaltaba a los héroes mexicanos y hasta la provincia llegaron ecos de las fiestas regias que hubo en la Capital, fiestas tan suntuosas que se hubiera uno creído en las cortes europeas. Naturalmente que todas esas fiestas patrias y la inquietud que sobrevino después por la situación política del país, tuvieron que influir en Moisés y tenerlo perplejo por un tiempo acerca de qué camino seguir, tanto más que, como nos platicó él mismo: «Tenía un confesor que no se atrevía a decidir y, ni yo ni él, decíamos nada.»

«Me pasaba todos los días en Oración, en el Rosario, en la Misa, pensando: ¿Qué hacer? Y sentía: Vete al Seminario. Si no te gusta te sales. Por fin, un día le dije a Petrita: Me voy al Seminario.»

Esta indecisión no pasó desapercibida para el Padre Sedeño, que tenía un don y gracia especial para intuir las vocaciones. En una ocasión que se enfermó, Doña Petrita mandó a Moisés para que lo fuera a cuidar y un día el P. Sedeño, viendo seguramente a Moisés inteligente, piadoso, estudioso y notando su perplejidad, le dijo: «Oye, Moisés, ¿no quisieras ser sacerdote?» Y habló con él, e ingresó al Seminario como alumno externo, desde enero de 1911 a octubre de 1914.

El Rector del Seminario, el Sr. Enrique Sánchez Paredes, era director espiritual de Patrita y él fue quien me examinó la vocación y me dijo: Con que ¿quieres ser padrecito? Sí, contesté ¿Qué quiere ser? ¿Papa? ¡No! ¿Obispo? No ¿Canónigo? No, Señor ¿Párroco? No. Entonces, ¿qué quieres ser? Quiero ser Vicario, porque esté es el que más se amuela. En la fogosidad de su juventud a los diez y siete años, una vez que había decidido ser sacerdote y no militar, quería darse a través del sacrificio y la vida al servicio de los hermanos.