/ domingo 17 de noviembre de 2024

Un camino hacia Dios / «La pequeñez único camino que lleva a la unión perfecta»

Beato Moisés Lira Serafín

El Beato Padre Moisés Lira Serafín, nos enseñó con su vida que la “Pequeñez” nos ayuda a vivir en la plena confianza en Dios Nuestro Padre.

Escogido por Dios para ser sacerdote de Jesucristo, y como Él, salvador e intermediario entre Dios y los hombres; él que había de ser instrumento del Espíritu Santo con la dirección espiritual y santificación de las almas; él que había de ser fundador de una Congregación religiosa femenina, marcar un camino en la vida interior y ser modelo en el apostolado de la caridad con los enfermos, los pobres o necesitados, necesitaba de una preparación especial, pasar primero por el crisol de la prueba para ser purificado, afirmarse en su elección de Dios, por amor a Él, en su entrega generosa y total a los demás.

Dios sabe muy bien lo que hace: el escogido por Él, para ser el primer novicio y piedra angular de una nueva Congregación, fundada en aquellos amargos y difíciles tiempos de persecución religiosa y en la pobreza más absoluta, necesitaba de una gran fe, confianza, generosidad sin límites y una profunda humildad. Por eso Dios prueba a Moisés, joven de veinte años con una solidez verdaderamente envidiable, de gran fe, humildad y sencillez, donde Dios lo hizo “Pequeño”.

El Padre Moisés era un hombre que no tenía, como se dice, trastiendas. Los que lo conocieron podrán dar testimonio de eso, no sabía decir mentiras y a veces podía haber parecido un poco rudo en la expresión, digamos demasiado franco, podemos reafirmar que era un hombre de una pieza, veraz, sencillo, humilde, sin trastienda, de fe inquebrantable, verdaderamente el “hijo primogénito” del padre Félix, que recibió el Espíritu de Infancia Espiritual el cual tiene como fundamento la Filiación Divina, es decir un Espíritu de Hijo, en el cuál encontró el perfil Evangélico de Jesús, que el Padre le invitó a acoger como camino de transformación para llegar a la Santidad.

La experiencia de sentirse hijo pequeño del Padre se fue acrecentando en la medida en que fue interiorizando y profundizando el don de la Filiación, hasta quedar fascinado por este misterio. En el año de 1936 escribe:

“Para llegar a las alturas del amor, es imposible lograrlo por nuestros propios pies de barro o nuestros grandes esfuerzos o ciencia vana, sino llevados en brazos de la omnipotencia divina y que para esto felizmente no necesitamos crecer sino empequeñecernos más y más”.

En la medida en que fue creciendo en él la certeza de que el secreto de la santidad está encerrado en ese hacerse como niños, y habiendo comprendido por la fe, el don carismático recibido, su vida fue de total entrega y abandono en Dios para alcanzar su ideal, “la pequeñez”, siendo para él el medio de unión con Jesús.

Porque para el beato padre Moisés Lira Serafín la verdadera pequeñez es el único camino que nos lleva a la unión perfecta.

Beato Moisés Lira Serafín

El Beato Padre Moisés Lira Serafín, nos enseñó con su vida que la “Pequeñez” nos ayuda a vivir en la plena confianza en Dios Nuestro Padre.

Escogido por Dios para ser sacerdote de Jesucristo, y como Él, salvador e intermediario entre Dios y los hombres; él que había de ser instrumento del Espíritu Santo con la dirección espiritual y santificación de las almas; él que había de ser fundador de una Congregación religiosa femenina, marcar un camino en la vida interior y ser modelo en el apostolado de la caridad con los enfermos, los pobres o necesitados, necesitaba de una preparación especial, pasar primero por el crisol de la prueba para ser purificado, afirmarse en su elección de Dios, por amor a Él, en su entrega generosa y total a los demás.

Dios sabe muy bien lo que hace: el escogido por Él, para ser el primer novicio y piedra angular de una nueva Congregación, fundada en aquellos amargos y difíciles tiempos de persecución religiosa y en la pobreza más absoluta, necesitaba de una gran fe, confianza, generosidad sin límites y una profunda humildad. Por eso Dios prueba a Moisés, joven de veinte años con una solidez verdaderamente envidiable, de gran fe, humildad y sencillez, donde Dios lo hizo “Pequeño”.

El Padre Moisés era un hombre que no tenía, como se dice, trastiendas. Los que lo conocieron podrán dar testimonio de eso, no sabía decir mentiras y a veces podía haber parecido un poco rudo en la expresión, digamos demasiado franco, podemos reafirmar que era un hombre de una pieza, veraz, sencillo, humilde, sin trastienda, de fe inquebrantable, verdaderamente el “hijo primogénito” del padre Félix, que recibió el Espíritu de Infancia Espiritual el cual tiene como fundamento la Filiación Divina, es decir un Espíritu de Hijo, en el cuál encontró el perfil Evangélico de Jesús, que el Padre le invitó a acoger como camino de transformación para llegar a la Santidad.

La experiencia de sentirse hijo pequeño del Padre se fue acrecentando en la medida en que fue interiorizando y profundizando el don de la Filiación, hasta quedar fascinado por este misterio. En el año de 1936 escribe:

“Para llegar a las alturas del amor, es imposible lograrlo por nuestros propios pies de barro o nuestros grandes esfuerzos o ciencia vana, sino llevados en brazos de la omnipotencia divina y que para esto felizmente no necesitamos crecer sino empequeñecernos más y más”.

En la medida en que fue creciendo en él la certeza de que el secreto de la santidad está encerrado en ese hacerse como niños, y habiendo comprendido por la fe, el don carismático recibido, su vida fue de total entrega y abandono en Dios para alcanzar su ideal, “la pequeñez”, siendo para él el medio de unión con Jesús.

Porque para el beato padre Moisés Lira Serafín la verdadera pequeñez es el único camino que nos lleva a la unión perfecta.