« Amistad entre los Misioneros del Espíritu Santo y los padres Filipenses » Beato Moisés Lira Serafín
Las circunstancias de los tiempos difíciles de la persecución religiosa que dieron lugar a que el P. Félix Rougier, Fundador de la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, se hospedara con el P. Vicente Sedeño, fue ocasión de que floreciera entre ambos una verdadera amistad espiritual muy sincera. Y después hubo lazos muy estrechos de amistad entre los Misioneros del Espíritu Santo y los Filipenses desde el joven Moisés que siguió yendo frecuentemente a la Concordia. Según expresión de un padre Filipense, Petrita, caritativa como siempre, le "llenaba su maletín de monedas que daba para la Obra del Espíritu Santo." En aquellos principios ella fue una de sus principales bienhechoras, por medio de Moisés, según el testimonio del padre José García Islas, Prepósito de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri en Puebla.
Los primeros hijos del P. Félix dejaron en el Oratorio de San Felipe Neri en Puebla, un grato testimonio de esa amistad, pues una de las primeras misas después de ordenados, la iban a celebrar en el altar del Purísimo Corazón de María en la Iglesia de la Concordia en Puebla. Llegó a ser tradicional que el día 26 de mayo, que los Filipenses celebran la fiesta de San Felipe Neri, se reunieran con el P. Sedeño: el P. Félix, la Sra. Armida, el P. Moisés, el P. Iturbide, el P. Pablo Guzmán, el P. Vicente Méndez, todos ellos Misioneros del Espíritu Santo.
Cuando venían los Padres a visitar al P. Sedeño se quedaban de sobremesa en el refectorio platicando, y un joven estudiante, José García Islas, se preguntaba ¿Qué tanto platican estos hombres? Y, como les contaban que eran unos grandes santos, hombres de Dios, y sí lo eran, una vez escuchó una conversación en la que el P. Félix, Conchita Armida y el P. Sedeño discutían de qué sería lo principal para llegar a la unión con Dios. El P. Félix habló muy elevado, Conchita lo mismo y el P. Sedeño dijo: «Yo soy muy tonto, pero yo diría esto, así como los globos para elevarse a una grande altura y no perderse en la inmensidad deben estar sujetos aquí abajo con un hilo, así también para poder elevarnos, es indispensable que tengamos un contrapeso y éste es la humildad».
Moisés iba cada año a celebrar con el P. Sedeño a la Concordia. Murió el P. Sedeño en 1932, Petrita en 1933 y el P. Moisés siguió yendo a la Concordia cada año, y, siempre, en sus pláticas a los entonces estudiantes filipenses, hacía recuerdos del P. Sedeño y de aquellos tiempos y les decía: "Yo me hubiera quedado con ustedes, pero Dios no me llamó para aquí. Y eso se lo debo al P. Sedeño."
Esa palabra del P. Moisés, "se lo debo al P. Sedeño", traduce un sentimiento de gratitud para con el P. Sedeño porque consideraba como un favor, una gracia que Dios le había hecho, el que fuera Misionero del Espíritu Santo, el primer novicio, y ahora primer beato.