La intersección entre religión, violencia y sexualidad es un tema complejo y profundamente arraigado en muchas sociedades. Evelyne Accad, en su obra “Sexualidad y Guerra: Ficción y Realidad en Medio Oriente”, explora cómo estos elementos están intrínsecamente conectados y cómo influyen en la vida cotidiana de hombres y mujeres.
Su análisis ofrece una visión crítica y profunda de las dinámicas de poder y las estructuras patriarcales que perpetúan la violencia y la opresión de género.
Accad, en su estudio, discute cómo la sexualidad y los conflictos políticos y sociales están entrelazados. En lugares como Líbano, las mujeres han sido marginadas debido a su lealtad incondicional a los dogmas ideológicos de los partidos políticos. A pesar de sus esfuerzos por mejorar su condición, la fidelidad a las ideologías y la rivalidad entre partidos han impedido una acción común y efectiva.
Esto ha resultado en la interiorización de discursos opresivos y en la perpetuación de roles tradicionales para las mujeres, incluso después de la lucha por la liberación nacional.
En muchos lugares de Medio Oriente, la religión juega un papel fundamental en la regulación de aspectos clave de la vida, como el matrimonio, el divorcio y la educación de los hijos. Las normas de la comunidad religiosa a la que pertenece cada individuo dictan estas áreas, perpetuando la división sectaria y la opresión de las mujeres.
Esta situación refuerza el sistema sectario y dificulta la adopción de la laicidad y el matrimonio civil, lo que limita la libertad y la autonomía de las mujeres.
La guerra civil en Líbano ha consolidado la unión entre religión y estado, exacerbando la violencia en la región.
Accad argumenta que la violencia y la sexualidad masculina están interrelacionadas en la dominación y control sobre las mujeres. Este sistema machista, perpetuado por factores culturales e institucionales, debe ser desenmascarado y condenado.
La autora define la sexualidad como “actitudes hacia la pareja, la familia y la sociedad”, un conjunto total de relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad. La violencia practicada en la guerra es un acto inhumano resultado de un comportamiento sexual inhumano, tanto a nivel personal como social.
Accad analiza cómo la violencia es una mezcla de fuerzas constructivas y destructivas en los seres humanos. La violencia puede ser vista como una reacción a la deshumanización y alienación. En el contexto del Líbano, los jóvenes atraídos por la muerte y la guerra aprenden a matar y destruir sin remordimientos, lo que refleja una agresividad canalizada en un sentido de omnipotencia.
La guerra rompe las barreras morales, liberando comportamientos reprimidos en una liberación caótica.
Las demandas feministas por igualdad y libertad suelen aumentar las conductas misóginas. Accad observa que las protagonistas femeninas en novelas escritas por mujeres reconocen que su opresión está estrechamente ligada a su género y sexualidad, y buscan soluciones alternativas y no violentas.
En contraste, los escritores y protagonistas masculinos refuerzan el orden patriarcal y recurren a la venganza y la violencia.
La autora sugiere que las mujeres, históricamente excluidas de las prácticas de guerra, están más capacitadas para asumir el liderazgo político. Propone una revolución sexual que comienza a nivel personal, pero aspira a transformar las relaciones tradicionales de dominación y subordinación.
La autora concluye que la violencia y la guerra están profundamente arraigadas en una estructura patriarcal que perpetúa la opresión de género. La gestión de la violencia solía ser regulada por complejas alianzas y rivalidades entre clanes y tribus, pero con la formación de Estados y el crecimiento urbano, estos mecanismos de control han desaparecido, permitiendo que la violencia se manifieste más libremente.
Por eso existe la necesidad de una transformación social y cultural que aborde la intersección entre religión, violencia y sexualidad. Accad propone un enfoque feminista y pluralista que acepte las diferencias y promueva un nacionalismo inclusivo, capaz de trascender las limitaciones patriarcales.
Este análisis ofrece una valiosa perspectiva sobre cómo las estructuras de poder y las dinámicas de género perpetúan la violencia, y cómo una revolución sexual y cultural puede abrir camino hacia la paz y la igualdad.