/ lunes 14 de octubre de 2024

Opinión | Relaciones tóxicas: Cuando el amor se convierte en control

Las relaciones tóxicas son un fenómeno que afecta a muchas personas, pero que rara vez se aborda con la profundidad que requiere. A menudo, quienes se encuentran en estas dinámicas no se percatan de los patrones destructivos hasta que el daño ya está hecho.

En una reciente entrevista a Radio Salesiana, la sexóloga Mónica Roca, destacó los principales factores que conducen a relaciones tóxicas y las consecuencias emocionales que estas pueden generar.

Sin embargo, para poder identificar y trabajar en ellas, es esencial que cada persona reflexione sobre sí misma. La persona debe reconocer sus propios miedos e inseguridades, y atreverse a buscar un cambio.

Las relaciones tóxicas no son exclusivas de las parejas sentimentales. Como explica Roca, estas dinámicas pueden presentarse también entre amigos, familiares o compañeros de trabajo. Lo que las caracteriza es la presencia de comportamientos que, de manera constante, generan malestar en una o ambas partes.

Esto afecta la autoestima, el bienestar y la estabilidad emocional.

Uno de los elementos más frecuentes en estas relaciones es el menosprecio. Esta acción se manifiesta a través de comentarios denigrantes o humillaciones sutiles que van minando la seguridad del otro.

Este tipo de conductas tiende a disfrazarse de humor o de bromas, lo que dificulta aún más su identificación. La persona que las ejerce las justifica diciendo que "solo está bromeando".

Otro patrón común es la actitud de control, muchas veces justificada por un "mal carácter" o estallidos de ira que terminan manipulando al otro. En estas situaciones, la persona controlada vive en un constante estado de alerta, evitando hacer o decir algo que pueda desencadenar una reacción violenta.

Esto, no solo deteriora la salud mental, sino también la física, ya que el cuerpo se ve sometido a un estrés continuo.

Es importante destacar que, en muchos casos, los comportamientos tóxicos no se manifiestan de manera evidente desde el inicio. De hecho, muchas relaciones comienzan de forma normal, con gestos cariñosos y atención.

No obstante, con el tiempo, las dinámicas cambian y surgen actitudes posesivas o de control. Un ejemplo claro de esto es cuando uno de los miembros de la relación empieza a revisar el celular del otro o a cuestionar dónde ha estado y con quién.

Este tipo de desconfianza y vigilancia acaba por asfixiar la relación, creando una espiral de celos y control que resulta difícil de romper.

Para entender las relaciones tóxicas hay reconocer que, en la mayoría de los casos, los problemas no surgen solo por las acciones de una persona. Las inseguridades, los miedos y las carencias emocionales de ambos miembros suelen jugar un papel importante.

Como sugiere Roca, muchas personas permanecen en relaciones tóxicas porque sienten que su pareja o amigo "les completa" o porque temen quedarse solos.

Esta dependencia emocional es un terreno fértil para que los patrones tóxicos se establezcan. Y es que, una persona insegura puede caer en la trampa de intentar complacer siempre al otro, sin importar el costo para su bienestar personal.

Es aquí donde se vuelve crucial la autoconciencia y la comunicación, porque sí hay formas de salir de una relación tóxica.

Una de ellas es cuando ambos miembros están dispuestos a reflexionar sobre sus propios comportamientos y a hablar abiertamente de sus miedos y expectativas. Muchas veces, la raíz de estos problemas está en heridas emocionales no resueltas o en experiencias pasadas que afectan la manera en que una persona se relaciona con los demás.

Y aunque algunas personas logran salir de relaciones tóxicas por su propia cuenta, otras requieren apoyo profesional para identificar y cambiar estos patrones.

La terapia de pareja o el acompañamiento psicológico individual puede ser una herramienta invaluable para reconstruir una relación… O, en algunos casos, para entender que lo mejor es ponerle fin.

De cualquier manera, la clave está en la disposición al cambio y en entender que el amor no puede ni debe estar basado en el control, la dependencia o el sufrimiento.

Al final, todas las relaciones, ya sean de pareja, amistad o familiares, deberían basarse en el respeto mutuo, el apoyo y la confianza. Si alguno de estos elementos falta, es el momento de hacer una pausa, reflexionar y tomar decisiones que permitan el crecimiento y la sanación emocional.

Como dice Mónica Roca: "El amor no duele. Lo que duele es el miedo a perder, la inseguridad y la dependencia". Reconocer esto es el primer paso para dejar atrás una relación tóxica y construir vínculos más saludables y satisfactorios.

Las relaciones tóxicas son un fenómeno que afecta a muchas personas, pero que rara vez se aborda con la profundidad que requiere. A menudo, quienes se encuentran en estas dinámicas no se percatan de los patrones destructivos hasta que el daño ya está hecho.

En una reciente entrevista a Radio Salesiana, la sexóloga Mónica Roca, destacó los principales factores que conducen a relaciones tóxicas y las consecuencias emocionales que estas pueden generar.

Sin embargo, para poder identificar y trabajar en ellas, es esencial que cada persona reflexione sobre sí misma. La persona debe reconocer sus propios miedos e inseguridades, y atreverse a buscar un cambio.

Las relaciones tóxicas no son exclusivas de las parejas sentimentales. Como explica Roca, estas dinámicas pueden presentarse también entre amigos, familiares o compañeros de trabajo. Lo que las caracteriza es la presencia de comportamientos que, de manera constante, generan malestar en una o ambas partes.

Esto afecta la autoestima, el bienestar y la estabilidad emocional.

Uno de los elementos más frecuentes en estas relaciones es el menosprecio. Esta acción se manifiesta a través de comentarios denigrantes o humillaciones sutiles que van minando la seguridad del otro.

Este tipo de conductas tiende a disfrazarse de humor o de bromas, lo que dificulta aún más su identificación. La persona que las ejerce las justifica diciendo que "solo está bromeando".

Otro patrón común es la actitud de control, muchas veces justificada por un "mal carácter" o estallidos de ira que terminan manipulando al otro. En estas situaciones, la persona controlada vive en un constante estado de alerta, evitando hacer o decir algo que pueda desencadenar una reacción violenta.

Esto, no solo deteriora la salud mental, sino también la física, ya que el cuerpo se ve sometido a un estrés continuo.

Es importante destacar que, en muchos casos, los comportamientos tóxicos no se manifiestan de manera evidente desde el inicio. De hecho, muchas relaciones comienzan de forma normal, con gestos cariñosos y atención.

No obstante, con el tiempo, las dinámicas cambian y surgen actitudes posesivas o de control. Un ejemplo claro de esto es cuando uno de los miembros de la relación empieza a revisar el celular del otro o a cuestionar dónde ha estado y con quién.

Este tipo de desconfianza y vigilancia acaba por asfixiar la relación, creando una espiral de celos y control que resulta difícil de romper.

Para entender las relaciones tóxicas hay reconocer que, en la mayoría de los casos, los problemas no surgen solo por las acciones de una persona. Las inseguridades, los miedos y las carencias emocionales de ambos miembros suelen jugar un papel importante.

Como sugiere Roca, muchas personas permanecen en relaciones tóxicas porque sienten que su pareja o amigo "les completa" o porque temen quedarse solos.

Esta dependencia emocional es un terreno fértil para que los patrones tóxicos se establezcan. Y es que, una persona insegura puede caer en la trampa de intentar complacer siempre al otro, sin importar el costo para su bienestar personal.

Es aquí donde se vuelve crucial la autoconciencia y la comunicación, porque sí hay formas de salir de una relación tóxica.

Una de ellas es cuando ambos miembros están dispuestos a reflexionar sobre sus propios comportamientos y a hablar abiertamente de sus miedos y expectativas. Muchas veces, la raíz de estos problemas está en heridas emocionales no resueltas o en experiencias pasadas que afectan la manera en que una persona se relaciona con los demás.

Y aunque algunas personas logran salir de relaciones tóxicas por su propia cuenta, otras requieren apoyo profesional para identificar y cambiar estos patrones.

La terapia de pareja o el acompañamiento psicológico individual puede ser una herramienta invaluable para reconstruir una relación… O, en algunos casos, para entender que lo mejor es ponerle fin.

De cualquier manera, la clave está en la disposición al cambio y en entender que el amor no puede ni debe estar basado en el control, la dependencia o el sufrimiento.

Al final, todas las relaciones, ya sean de pareja, amistad o familiares, deberían basarse en el respeto mutuo, el apoyo y la confianza. Si alguno de estos elementos falta, es el momento de hacer una pausa, reflexionar y tomar decisiones que permitan el crecimiento y la sanación emocional.

Como dice Mónica Roca: "El amor no duele. Lo que duele es el miedo a perder, la inseguridad y la dependencia". Reconocer esto es el primer paso para dejar atrás una relación tóxica y construir vínculos más saludables y satisfactorios.