/ domingo 15 de septiembre de 2024

Opinión | Hipócrita, sencillamente hipócrita

Hipócrita, sencillamente hipócrita, perversa te burlaste de mi, cantaba Fernando Fernández en los años cincuenta, nada más actual estamos viviendo, y cuando nos permitimos caer en la hipocresía de decir algo y actuar sin escrúpulos, la vida, tarde o temprano nos pasa factura.

Cuando la democracia se desplaza no tan lentamente, escapándose de nuestras manos como hiedra del mal que se enreda y nos lleva a morir, es momento de dedicarnos no tanto a mirar lo que otros poseen sino a mirar y ver las cosas buenas que tenemos nosotros, ya que nada del mundo exterior conseguirá nunca que te sientas mejor por dentro porque lo que de verdad llena y completa tu plenitud y tu éxtasis viene de adentro, por eso las traiciones, las amenazas y la falta de rectitud en el hacer, decir y pensar, nos lleva a ser lo que tal vez nunca deberíamos ser, sin embargo para algunos es más importante la seguridad que el honor, lo único que nunca cambiará por aislado de la verdad que sea es la forma como te percibes (o eliges percibirte) y la forma como vives (o eliges vivir) porque al final la experiencia de vida es única y personal y aunque a algunos poco importa la opinión de otros y podemos pensar que no se tienen escrúpulos ni dignidad, en el interior de cada uno se encuentra su verdad, esa, frente a la cuál, no escapas, esa que no se basa en cosas materiales, sino en los elementos fundamentales de una vida humana bellamente vivida.

Esos que con tanta facilidad pasamos por alto en este mundo acelerado, demasiado complejo y siempre desordenado en el que nos encontramos tú y yo. Cosas que ahora pueden parecer sin importancia, pero que, cuando estás en la última hora de tu último día, ves con total claridad que son las más importantes o fueron lo más importante y que probablemente lo único con lo que te vas es con tu dignidad y honor de haber vivido una vida para ser y no para hacer y tener únicamente. Cada uno de nosotros somos absolutos, únicos e innegablemente suficientes y con libre albedrío para elegir lo que consideramos importante en nuestro existir, todos tenemos talentos y dones así como bondad que muchos prefieren pisotear ante un miedo a no ser, o tal vez porque desde hace mucho perdieron ese ser por tener, tener poder, dinero, bienes, viajes y mucho más olvidando que la herencia familiar no sólo consiste en bienes, sino en lo mucho que hay que agradecer ahora mismo.

¡Por qué no enfocarte en lo que te llevará a experimentar las verdaderas victorias, la enorme alegría y la magia (sí, magia) que hacen grande la vida humana?

Ahora, como salir de la pesadilla que aparentemente estamos viviendo con tiempos difíciles que se avecinan, con un país estancado no por la pandemia sino por el miedo que para los inversionistas representa el no tener recursos legales para sus intereses, tal vez, el único recurso somos Juan Pueblo, un pueblo que busque ser mejor y evite corruptelas, un pueblo dispuesto a crear un país mejor porque es el país que será de nuestros hijos y nietos, para muchos de nosotros entristece ver que el país en el que moriremos más temprano que tarde pareciese decir adiós al país que soñamos para este final, final de un siglo que venía empujando, fascinando a propios y extraños a pesar de la violencia y el cobro de piso, la inversión tenía seguridad y ahora, ¡Quien podrá rescatarnos! Tal vez el Chapulín Colorado, pero ya pasó a mejor sitio, así que sólo quedamos los que estamos y amamos al país, si tú como yo, lo amas, escríbeme. Gracias.

angeldesofia@yahoo.com.mx

Hipócrita, sencillamente hipócrita, perversa te burlaste de mi, cantaba Fernando Fernández en los años cincuenta, nada más actual estamos viviendo, y cuando nos permitimos caer en la hipocresía de decir algo y actuar sin escrúpulos, la vida, tarde o temprano nos pasa factura.

Cuando la democracia se desplaza no tan lentamente, escapándose de nuestras manos como hiedra del mal que se enreda y nos lleva a morir, es momento de dedicarnos no tanto a mirar lo que otros poseen sino a mirar y ver las cosas buenas que tenemos nosotros, ya que nada del mundo exterior conseguirá nunca que te sientas mejor por dentro porque lo que de verdad llena y completa tu plenitud y tu éxtasis viene de adentro, por eso las traiciones, las amenazas y la falta de rectitud en el hacer, decir y pensar, nos lleva a ser lo que tal vez nunca deberíamos ser, sin embargo para algunos es más importante la seguridad que el honor, lo único que nunca cambiará por aislado de la verdad que sea es la forma como te percibes (o eliges percibirte) y la forma como vives (o eliges vivir) porque al final la experiencia de vida es única y personal y aunque a algunos poco importa la opinión de otros y podemos pensar que no se tienen escrúpulos ni dignidad, en el interior de cada uno se encuentra su verdad, esa, frente a la cuál, no escapas, esa que no se basa en cosas materiales, sino en los elementos fundamentales de una vida humana bellamente vivida.

Esos que con tanta facilidad pasamos por alto en este mundo acelerado, demasiado complejo y siempre desordenado en el que nos encontramos tú y yo. Cosas que ahora pueden parecer sin importancia, pero que, cuando estás en la última hora de tu último día, ves con total claridad que son las más importantes o fueron lo más importante y que probablemente lo único con lo que te vas es con tu dignidad y honor de haber vivido una vida para ser y no para hacer y tener únicamente. Cada uno de nosotros somos absolutos, únicos e innegablemente suficientes y con libre albedrío para elegir lo que consideramos importante en nuestro existir, todos tenemos talentos y dones así como bondad que muchos prefieren pisotear ante un miedo a no ser, o tal vez porque desde hace mucho perdieron ese ser por tener, tener poder, dinero, bienes, viajes y mucho más olvidando que la herencia familiar no sólo consiste en bienes, sino en lo mucho que hay que agradecer ahora mismo.

¡Por qué no enfocarte en lo que te llevará a experimentar las verdaderas victorias, la enorme alegría y la magia (sí, magia) que hacen grande la vida humana?

Ahora, como salir de la pesadilla que aparentemente estamos viviendo con tiempos difíciles que se avecinan, con un país estancado no por la pandemia sino por el miedo que para los inversionistas representa el no tener recursos legales para sus intereses, tal vez, el único recurso somos Juan Pueblo, un pueblo que busque ser mejor y evite corruptelas, un pueblo dispuesto a crear un país mejor porque es el país que será de nuestros hijos y nietos, para muchos de nosotros entristece ver que el país en el que moriremos más temprano que tarde pareciese decir adiós al país que soñamos para este final, final de un siglo que venía empujando, fascinando a propios y extraños a pesar de la violencia y el cobro de piso, la inversión tenía seguridad y ahora, ¡Quien podrá rescatarnos! Tal vez el Chapulín Colorado, pero ya pasó a mejor sitio, así que sólo quedamos los que estamos y amamos al país, si tú como yo, lo amas, escríbeme. Gracias.

angeldesofia@yahoo.com.mx