Este domingo me la pasé en un maratón de películas del viejo oeste norteamericano, y en ellas, todos los hombres que se dijeran hombres, estaban armados, siguiendo los principios constitucionales del vecino país del norte, armas que servían para guiar el ganado o para cometer delitos como el robo o para defenderse de los asesinos, que en ocasiones estaban mejor armados con los revólveres de repetición que entonces iniciaban, pero que eran vencidos por el sheriff o alguacil con balas de plata y pistolas brillantes que manejaba con gran habilidad. Pero es bien interesante el concepto que se tenía de las heridas por proyectiles de armas de fuego, le comentó el médico interno Esculapio a Avice, el otro interno.
Siempre que hieren al héroe de la película, llega el médico del pueblo con un maletín negro, y solicita agua caliente y un cuchillo al rojo vivo, calentado cuando menos en la hoguera y con estos utensilios, “saca” la bala maligna y el muchacho bueno se recupera. Pero la verdad es que las heridas por armas de fuego no son tan fáciles de tratar. Todo radica en los principios de balística que rigen en estos casos.
El proyectil tiene tamaño y el arma le proporciona velocidad. Fíjate Avice que los proyectiles que hacen más heridas al organismo que lo recibe son los pequeños y veloces, como los que causa un proyectil 22. Estos proyectiles pueden hacer mucho daño por múltiples perforaciones por ejemplo en los intestinos, pero puede que no maten a quien los recibe. Proyectiles de más grandes como los calibre 45 hacen más daño, como un boquete grande que no se cierra y tiene más letalidad, es decir, matan más.
La leyenda urbana dice que los países como Japón usaban calibres bajos para causar más bajas por heridos, lo que causaba daños económicos, en tanto que los aliados usaban calibre más grandes, en busca de bajas por mortalidad. Ahora los calibres y velocidad son mayores y las armas reservadas para los ejércitos son usadas en tiempo de paz, cuando no hay guerra declarada (la de Calderón se terminó hace mucho).
Ahora las heridas pueden ser más graves y en ocasiones causan fracturas de huesos y pérdida de tejidos como el músculo, como las que causan las armas de asalto o los cuernos de chivo. Las heridas en los órganos internos son como un boquete que va creciendo a los lados. Entonces el tratamiento de estas heridas puede ser simple, como simplemente lavar una herida y antiséptico. Pero también pueden requerir de cirugía o cirugías de mucho riesgo y uso de transfusiones para mejorar a quienes tienen pérdida de sangre en forma abundante.
Es importante que se promueva la donación de sangre, pues los hospitales requieren que tengan en su banco de sangre suficientes unidades, por eso siempre les digo a los familiares de cualquier herido que tienen que donar sangre o de quienes vayan a cirugía electiva, aunque esta sangre se use para otros pacientes. Durante estas cirugías iniciales en ocasiones solo hay que controlar los daños y luego realizar más cirugías para reparar los órganos dañados.
Esto puede llevarse muchos días de hospitalización y requiere de recursos que en muchas ocasiones no se cuentan en las instituciones de salud gratuitas, y donde se atiende a buenos y malos. A las heridas por arma de fuego, ahora hay que agregar las heridas causadas por bombas “caseras” o petardos armados con clavos o pedazos de hierros que pueden causar heridas muy variadas. Pueden dañar el oído por el efecto de la vibración. ¡La ambulancia! Prepárate para no dormir en toda la noche Avice, van a llegar varios a los que les continuaron dando abrazos esta semana, dijo Esculapito.
Dr. Marco Antonio Vázquez Rosales
Cirujano General