/ martes 6 de agosto de 2024

Espacio Tec | Tirar la sal es de mala suerte

De acuerdo con estimaciones del Eurostat (servicio de estudios estadísticos de la Comisión Europea) se espera que para el año 2030, la demanda global de baterías aumente hasta 14 veces, respecto a las necesidades actuales. Esta demanda total, es impulsada principalmente por el crecimiento en el uso dispositivos digitales y la transición hacia una economía electrificada, por ejemplo, la electromovilidad.

Desde hace unos años, las baterías de sal han emergido como una alternativa a las tradicionales baterías de litio. Esta nueva tecnología promete revolucionar el mercado energético, ofreciendo ventajas significativas respecto a sus pares, principalmente por su abundancia, ya que se estima que en el planeta hay algo más de 100 millones de toneladas de litio, respecto a los miles de millones de toneladas de sal.

Las baterías de sal, al utilizar materiales más comunes y menos tóxicos, presentan un perfil ecológico mucho más favorable, alineándose con los objetivos globales de sostenibilidad y reducción de la huella de carbono. Por otro lado, las baterías de sodio-ion son menos propensas a incendiarse o explotar en comparación con las de litio-ion, esta característica se debe a que operan a temperaturas más bajas y tienen una mayor estabilidad térmica y química, lo que las convierte en una opción más segura para diversas aplicaciones, desde dispositivos portátiles hasta sistemas de almacenamiento de energía a gran escala.

A pesar de sus numerosas ventajas, las baterías de sal aún enfrentan desafíos importantes, siendo el más crítico la densidad energética. Actualmente, las baterías de litio-ion superan a las de sodio-ion en cuanto a la cantidad de energía que pueden almacenar por unidad de peso. Esto significa que, para aplicaciones que requieren alta capacidad energética en espacios reducidos, como los vehículos eléctricos, las baterías de sal todavía no son la opción ideal.

En la antigüedad, tirar la sal no sólo era considerado un desperdicio, también significaba un acto de mala fortuna por dilapidar la riqueza. Hoy más que nunca, esa creencia parece tomar sentido, pues a pesar de los desafíos, las baterías de sal representan una prometedora dirección en el campo del almacenamiento de energía.

Semblanza

El Dr. Jonathan Sánchez es ingeniero mecánico egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y Doctor en ingeniería mecánica por la UNIVERSIDAD DE MANCHESTER en el Reino Unido. El Dr. Sánchez ha trabajado para GE Aviation y ha realizado consultoría para el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Sus cursos están relacionados con el uso eficiente de la energía y manufactura. Actualmente es profesor en el Tecnológico de Monterrey campus SLP. Sus áreas de investigación son simulación numérica, uso eficiente de la energía, análisis de datos y machine learning.

De acuerdo con estimaciones del Eurostat (servicio de estudios estadísticos de la Comisión Europea) se espera que para el año 2030, la demanda global de baterías aumente hasta 14 veces, respecto a las necesidades actuales. Esta demanda total, es impulsada principalmente por el crecimiento en el uso dispositivos digitales y la transición hacia una economía electrificada, por ejemplo, la electromovilidad.

Desde hace unos años, las baterías de sal han emergido como una alternativa a las tradicionales baterías de litio. Esta nueva tecnología promete revolucionar el mercado energético, ofreciendo ventajas significativas respecto a sus pares, principalmente por su abundancia, ya que se estima que en el planeta hay algo más de 100 millones de toneladas de litio, respecto a los miles de millones de toneladas de sal.

Las baterías de sal, al utilizar materiales más comunes y menos tóxicos, presentan un perfil ecológico mucho más favorable, alineándose con los objetivos globales de sostenibilidad y reducción de la huella de carbono. Por otro lado, las baterías de sodio-ion son menos propensas a incendiarse o explotar en comparación con las de litio-ion, esta característica se debe a que operan a temperaturas más bajas y tienen una mayor estabilidad térmica y química, lo que las convierte en una opción más segura para diversas aplicaciones, desde dispositivos portátiles hasta sistemas de almacenamiento de energía a gran escala.

A pesar de sus numerosas ventajas, las baterías de sal aún enfrentan desafíos importantes, siendo el más crítico la densidad energética. Actualmente, las baterías de litio-ion superan a las de sodio-ion en cuanto a la cantidad de energía que pueden almacenar por unidad de peso. Esto significa que, para aplicaciones que requieren alta capacidad energética en espacios reducidos, como los vehículos eléctricos, las baterías de sal todavía no son la opción ideal.

En la antigüedad, tirar la sal no sólo era considerado un desperdicio, también significaba un acto de mala fortuna por dilapidar la riqueza. Hoy más que nunca, esa creencia parece tomar sentido, pues a pesar de los desafíos, las baterías de sal representan una prometedora dirección en el campo del almacenamiento de energía.

Semblanza

El Dr. Jonathan Sánchez es ingeniero mecánico egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y Doctor en ingeniería mecánica por la UNIVERSIDAD DE MANCHESTER en el Reino Unido. El Dr. Sánchez ha trabajado para GE Aviation y ha realizado consultoría para el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Sus cursos están relacionados con el uso eficiente de la energía y manufactura. Actualmente es profesor en el Tecnológico de Monterrey campus SLP. Sus áreas de investigación son simulación numérica, uso eficiente de la energía, análisis de datos y machine learning.