- Dr. Pablo Pérez Akaki, profesor de planta en el área de Finanzas en el Tec campus Monterrey
En la primera semana de octubre se celebró la Feria del Libro de Monterrey y tuvimos la oportunidad de estar presentes organizando una mesa de reflexión sobre las monedas alternativas en México y su importancia en la economía mexicana. Tuve el honor de ser acompañado por la Dra. Mildred Berrelleza, experta en innovación social y profesora en el campus Querétaro, así como por Miguel Alejandro Flores, experto en sistemas, hacker ético y líder en las comunidades Bitcoin México y Blockchain México. El objetivo de la sesión fue tener una reflexión sobre la relevancia que tiene para el desarrollo y la sustentabilidad de una comunidad el uso de monedas alternativas, ya sean monedas sociales y monedas digitales.
Es importante primero destacar que formas de monedas existen muchas y que en México hemos tenido históricamente diferentes tipos de monedas para facilitar las transacciones económicas. Sin embargo, en los últimos años ha sido de mucho interés la creación de monedas sociales o comunitarias con el objetivo de dinamizar la economía y promover el desarrollo local. Este tipo de iniciativas surgen en pequeños grupos de prosumidores bajo un objetivo de impulsar mutuamente su economía, aceptando como medio de pago una moneda diseñada por ellos mismos.
Por el lado de las monedas digitales, sabemos que el bitcoin se ha vuelto una moneda de gran relevancia desde su origen, a partir de la tecnología que usa para llevar un registro de sus transacciones que la vuelve imposible de generar fraudes. Su aparición ha inspirado a muchas monedas digitales o tokens que son formas diferentes de dinero y que se basan en la confianza de su aceptación y la tecnología que les respalda para fungir como referente monetario.
Ambos tipos de monedas surgen desde comunidades, al margen de las autoridades monetarias, aunque tienen alcances geográficos diferentes. Ambos buscan generar alternativas participativas de la sociedad, pero uno mediante la interacción física y el otro mediante la digitalización. Ambos pueden contribuir a la lucha contra el cambio climático, pero no es una condición obligada en ninguno de ellos. Parecieran ser muy diferentes en sus objetivos, pero pueden conjuntarse y aprovechar sus propiedades para generar ese “lubricante económico” con la confianza de la sociedad y la eficiencia de la tecnología de cadena de bloques. Entonces ¿se podrán conjuntar ambos tipos de monedas para impulsar el desarrollo sustentable de la sociedad?
Evidentemente no es algo que pueda resolverse en lo inmediato, pero claramente la moneda digital puede ofrecer a la moneda social de transparencia y eficiencia para sus transacciones, aunque el tema de la escala y la operabilidad son pendientes por resolver, además de la brecha digital que puede existir entre las comunidades que son usuarias de este tipo de monedas sociales.
Sin duda mucho puede hacerse y para ello vale la pena sumarse a los esfuerzos que ya se dan en el país y en el mundo.