/ jueves 31 de octubre de 2024

El Observador / Peso pluma

Ayer el peso nos recordó su fragilidad. En los mercados globales llegó a cotizarse en 20.22 pesos por cada dólar, el precio más alto que se ha pagado por un billete verde en el último año. El asunto es que la depreciación de nuestro otrora peso fortachón, tiene la mesa puesta para que continúe por meses.

La debilidad del peso no es una novedad, a contracorriente del discurso oficial que se nos receta cada mañana desde la ‘Mañanera del Pueblo’. Y digo que no es una novedad porque en lo que va del año se ha depreciado 18.8% frente al dólar. Un porcentaje considerable que la convierte en una de las monedas más depreciadas del mundo en el año. A finales del año pasado el dólar se cotizó en 16.97 pesos, y ayer lo hizo en 20.16. Así que no es un asunto que nos agarre por sorpresa.

Lo que sí debo decirle es que prácticamente la totalidad de la depreciación que ha sufrido el peso en el año está concentrada en el periodo que va desde la elección presidencial, del 2 de junio, para acá. Previo a la elección el tipo de cambio fue 17.01 pesos por dólar, así que la depreciación que ha sufrido el peso en estos 5 meses transcurridos desde la elección presidencial es de 18.5%. La pregunta es ¿tendrá algo que ver la nueva realidad política e institucional del país con las perspectivas de riesgo para el peso? ¿Qué cree? ¡Seguro que sí!

Y claro que no podemos dejar de lado la volatilidad financiera que han causado las especulaciones y movimientos de las tasas de interés en Estados Unidos y Japón en estos meses, o incluso zozobras en los mercados financieros generadas por razones geopolíticas. Pero no cerremos los ojos a una realidad más que evidente: las reglas del juego en México comenzaron a dibujar cambios intempestivos y no previstos desde el mismísimo 3 de junio y no han parado de hacerlo en estos 120 días. Y, claro, eso ha repercutido en una mayor volatilidad sobre el peso mexicano en los mercados cambiarios del mundo, desinflando gradualmente aquel mote de ‘fortachón’.

Hacia delante la cosa no se ve distinta; todo lo contrario. De hecho, se ve bastante mal para nuestra querida moneda del águila que amenaza con enflacar hasta los huesos. Sé que aquí nos gusta repetirnos que en las últimas semanas el peso se ha depreciado frente al dólar por las vociferaciones, gritos y amenazas del güero Trump en sus recorridos de campaña. Y sí, esas amenazas (no tan lejanas de cumplir de llegar a la Casa Blanca, principalmente las comerciales y migratorias) le han pegado a nuestro peso como si fuera costal de box. Pero, créame, que ésa no ha sido la principal causa por la que el peso ha enflacado en los últimos días. Me bastaron algunas llamadas con expertos cambiarios del vecino del norte para corroborarlo.

Es el relajo que traemos aquí con la reforma judicial y otras menudencias de índole constitucional lo que ahora está pesando en la golpiza al peso. Eso no augura nada bueno. Porque imagínese el chillido del águila de ganar Trump la presidencia el próximo martes. ¿Acaso estaremos contando 21 pesos por dólar, o 22? ¿Y si el 15 de noviembre Hacienda no convence a los inversionistas con su plan económico? ¿Y si los morenos siguen empeñados en destruir los órganos autónomos? ¿Y si…? En fin. Ya me lo decía uno de mis interlocutores, “la volatilidad del peso va para rato”. Nuestro peso fortachón, se convirtió en peso pluma.

Colofón

El Banco del Bienestar ya es el mayor contrapeso a la bancarización del país.

* Mensajes a esta columna asustada enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com

Ayer el peso nos recordó su fragilidad. En los mercados globales llegó a cotizarse en 20.22 pesos por cada dólar, el precio más alto que se ha pagado por un billete verde en el último año. El asunto es que la depreciación de nuestro otrora peso fortachón, tiene la mesa puesta para que continúe por meses.

La debilidad del peso no es una novedad, a contracorriente del discurso oficial que se nos receta cada mañana desde la ‘Mañanera del Pueblo’. Y digo que no es una novedad porque en lo que va del año se ha depreciado 18.8% frente al dólar. Un porcentaje considerable que la convierte en una de las monedas más depreciadas del mundo en el año. A finales del año pasado el dólar se cotizó en 16.97 pesos, y ayer lo hizo en 20.16. Así que no es un asunto que nos agarre por sorpresa.

Lo que sí debo decirle es que prácticamente la totalidad de la depreciación que ha sufrido el peso en el año está concentrada en el periodo que va desde la elección presidencial, del 2 de junio, para acá. Previo a la elección el tipo de cambio fue 17.01 pesos por dólar, así que la depreciación que ha sufrido el peso en estos 5 meses transcurridos desde la elección presidencial es de 18.5%. La pregunta es ¿tendrá algo que ver la nueva realidad política e institucional del país con las perspectivas de riesgo para el peso? ¿Qué cree? ¡Seguro que sí!

Y claro que no podemos dejar de lado la volatilidad financiera que han causado las especulaciones y movimientos de las tasas de interés en Estados Unidos y Japón en estos meses, o incluso zozobras en los mercados financieros generadas por razones geopolíticas. Pero no cerremos los ojos a una realidad más que evidente: las reglas del juego en México comenzaron a dibujar cambios intempestivos y no previstos desde el mismísimo 3 de junio y no han parado de hacerlo en estos 120 días. Y, claro, eso ha repercutido en una mayor volatilidad sobre el peso mexicano en los mercados cambiarios del mundo, desinflando gradualmente aquel mote de ‘fortachón’.

Hacia delante la cosa no se ve distinta; todo lo contrario. De hecho, se ve bastante mal para nuestra querida moneda del águila que amenaza con enflacar hasta los huesos. Sé que aquí nos gusta repetirnos que en las últimas semanas el peso se ha depreciado frente al dólar por las vociferaciones, gritos y amenazas del güero Trump en sus recorridos de campaña. Y sí, esas amenazas (no tan lejanas de cumplir de llegar a la Casa Blanca, principalmente las comerciales y migratorias) le han pegado a nuestro peso como si fuera costal de box. Pero, créame, que ésa no ha sido la principal causa por la que el peso ha enflacado en los últimos días. Me bastaron algunas llamadas con expertos cambiarios del vecino del norte para corroborarlo.

Es el relajo que traemos aquí con la reforma judicial y otras menudencias de índole constitucional lo que ahora está pesando en la golpiza al peso. Eso no augura nada bueno. Porque imagínese el chillido del águila de ganar Trump la presidencia el próximo martes. ¿Acaso estaremos contando 21 pesos por dólar, o 22? ¿Y si el 15 de noviembre Hacienda no convence a los inversionistas con su plan económico? ¿Y si los morenos siguen empeñados en destruir los órganos autónomos? ¿Y si…? En fin. Ya me lo decía uno de mis interlocutores, “la volatilidad del peso va para rato”. Nuestro peso fortachón, se convirtió en peso pluma.

Colofón

El Banco del Bienestar ya es el mayor contrapeso a la bancarización del país.

* Mensajes a esta columna asustada enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com