/ jueves 17 de octubre de 2024

El Observador / Alta volatilidad

Al buen entendedor, pocas palabras. Ayer, el peso volvió a depreciarse amenazando con tocar los 20 pesos por dólar, sin prestar oídos al festejo que se armó por las inversiones anunciadas en la reunión de doña Claudia con los empresarios.

Y es que, como dicen los pilotos, estamos entrando en zona de turbulencias y nadie realmente sabe de qué tamaño serán los cocolazos en las próximas semanas. Entiendo que don Marcelo hizo su tarea, como le corresponde, de difundir en buenos términos las tres inversiones que se anunciaron y de crear las mejores expectativas posibles en el arranque del gobierno de doña Claudia. Para eso don Marcelo se pinta solo y tiene -como dicen- buena prensa. Pero cuando la tormenta arrecia hasta el mejor piloto no puede evitar la zozobra.

Ayer, en anticipo del terror que se avecina, nuestro peso sufrió el embate de Trump (¡que como un demonio viene creciendo!), además de que ya corre la idea de que la realidad inflacionaria en el vecino del norte no dejará que las tasas se reduzcan con la velocidad que habían soñado los operadores de los mercados financieros. Y, ¡pum!, dio al traste con la cuidadosa estrategia que había preparado don Marcelo.

Si ha tenido a bien seguir este breve espacio de este contador de realidades, sabrá que hemos insistido en que no bastan los buenos discursos, ni siquiera las buenas intenciones para convencer a los señores de los capitales. Quieren hechos concretos. Y los que están sobre la mesa -léase cambios en las reglas del juego aún muy confusos- no son precisamente buenas noticias para sus inversiones.

Así que, lo que tenemos enfrente es un periodo de volatilidad financiera que nadie sabe su profundidad ni extensión. No le estoy diciendo que vamos directo a una crisis, no me mal entienda. La economía mexicana tiene lo suyo y si bien las finanzas públicas llegaron a este arranque de gobierno de doña Claudia más maltratadas de lo que nos habíamos imaginado hace dos años, aún puede remontar. Pero se requiere tantito sentido pragmático para conducir este ya sufrido periodo de transición que -digámoslo claro- la 4T ha complicado más de la cuenta.

La volatilidad, mis estimados, será inevitable. Son muchas las lagunas, las preguntas sin respuesta, y no son pocos los eventos aquí y afuera con el potencial para zangolotear en serio el futuro inmediato de nuestra economía. Desde el gobierno seguramente nos dirán que los fundamentales de la economía están sólidos, como lo presentó doña Claudia antier a los empresarios. Yo diría, que parcialmente sólidos. Ya no podemos decir, sin sonrojarnos, que tenemos unas finanzas públicas bien cimentadas para el mediano plazo, o que las instituciones funcionan para dar completa certeza jurídica a las inversiones. No menosprecio los planes de digitalización para facilitarle la vida a inversionistas, contribuyentes y consumidores, todo lo contrario. Pero no es suficiente.

Me temo que la volatilidad financiera que ya llegó -y que había sido anunciada- nos agarró mal parados y puede hacer mucho daño. Es increíble que se vea la tempestad enfrente y se siga insistiendo en aquello que nos dañará aún más.

Colofón

Ayer el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, anunció el nombramiento de Gabriel Yorio como su nuevo vicepresidente de Finanzas y Administración a partir del 16 de noviembre. Es el segundo mexicano, con Santiago Levy, en ocupar una posición de ese nivel en el BID. Merecido.

* Mensajes a esta columna incrédula enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com

Al buen entendedor, pocas palabras. Ayer, el peso volvió a depreciarse amenazando con tocar los 20 pesos por dólar, sin prestar oídos al festejo que se armó por las inversiones anunciadas en la reunión de doña Claudia con los empresarios.

Y es que, como dicen los pilotos, estamos entrando en zona de turbulencias y nadie realmente sabe de qué tamaño serán los cocolazos en las próximas semanas. Entiendo que don Marcelo hizo su tarea, como le corresponde, de difundir en buenos términos las tres inversiones que se anunciaron y de crear las mejores expectativas posibles en el arranque del gobierno de doña Claudia. Para eso don Marcelo se pinta solo y tiene -como dicen- buena prensa. Pero cuando la tormenta arrecia hasta el mejor piloto no puede evitar la zozobra.

Ayer, en anticipo del terror que se avecina, nuestro peso sufrió el embate de Trump (¡que como un demonio viene creciendo!), además de que ya corre la idea de que la realidad inflacionaria en el vecino del norte no dejará que las tasas se reduzcan con la velocidad que habían soñado los operadores de los mercados financieros. Y, ¡pum!, dio al traste con la cuidadosa estrategia que había preparado don Marcelo.

Si ha tenido a bien seguir este breve espacio de este contador de realidades, sabrá que hemos insistido en que no bastan los buenos discursos, ni siquiera las buenas intenciones para convencer a los señores de los capitales. Quieren hechos concretos. Y los que están sobre la mesa -léase cambios en las reglas del juego aún muy confusos- no son precisamente buenas noticias para sus inversiones.

Así que, lo que tenemos enfrente es un periodo de volatilidad financiera que nadie sabe su profundidad ni extensión. No le estoy diciendo que vamos directo a una crisis, no me mal entienda. La economía mexicana tiene lo suyo y si bien las finanzas públicas llegaron a este arranque de gobierno de doña Claudia más maltratadas de lo que nos habíamos imaginado hace dos años, aún puede remontar. Pero se requiere tantito sentido pragmático para conducir este ya sufrido periodo de transición que -digámoslo claro- la 4T ha complicado más de la cuenta.

La volatilidad, mis estimados, será inevitable. Son muchas las lagunas, las preguntas sin respuesta, y no son pocos los eventos aquí y afuera con el potencial para zangolotear en serio el futuro inmediato de nuestra economía. Desde el gobierno seguramente nos dirán que los fundamentales de la economía están sólidos, como lo presentó doña Claudia antier a los empresarios. Yo diría, que parcialmente sólidos. Ya no podemos decir, sin sonrojarnos, que tenemos unas finanzas públicas bien cimentadas para el mediano plazo, o que las instituciones funcionan para dar completa certeza jurídica a las inversiones. No menosprecio los planes de digitalización para facilitarle la vida a inversionistas, contribuyentes y consumidores, todo lo contrario. Pero no es suficiente.

Me temo que la volatilidad financiera que ya llegó -y que había sido anunciada- nos agarró mal parados y puede hacer mucho daño. Es increíble que se vea la tempestad enfrente y se siga insistiendo en aquello que nos dañará aún más.

Colofón

Ayer el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, anunció el nombramiento de Gabriel Yorio como su nuevo vicepresidente de Finanzas y Administración a partir del 16 de noviembre. Es el segundo mexicano, con Santiago Levy, en ocupar una posición de ese nivel en el BID. Merecido.

* Mensajes a esta columna incrédula enviarlos al correo: samuel@arenapublica.com