/ jueves 22 de agosto de 2024

¡Cristo es la Respuesta! | La Aceptación en Cristo

Efesios 1:6

Por Víctor Hugo Guel González

Dice en Efesios 1:6 “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”. Si fueras obediente por mil años, no serías más aceptado que cuando creíste por primera vez; tu aceptación está basada en la justicia de Cristo, no en la tuya. La verdad es que el pecado es más desastroso de lo que pensamos, y la gracia de Dios es más asombrosa de lo que creemos.

Alguien que realmente entiende lo que la Escritura dice sobre la naturaleza devastadora del pecado, sabe que no hay nada que pueda hacer para alcanzar el estándar perfecto de Dios. La idea de que un pecador pueda ser aceptado por Dios mediante sus propios méritos tiene que ser la ilusión más descabellada de todas. Aun así, todos tendemos a pensar que somos más justos de lo que en verdad somos y, cuando pensamos eso, hemos emprendido la ruta hacia la ilusión de que tal vez no somos tan malos ante los ojos de Dios.

Es por eso que Romanos 3:20 el apóstol Pablo escribe: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. Si oraras en todos y cada uno de los momentos de tu vida, tus oraciones no serían suficientes para ganar el favor de Dios. Si dieras cada centavo de todos los ingresos que has generado en toda tu vida, tu dinero no sería suficiente para ganar el favor de Dios. Si cada palabra que ha salido de tu boca fuera hablada con las motivaciones más puras, nunca serías capaz de lograr reconciliarte con Dios. Si entregaras tu vida a un ministerio, jamás podrías ministrar lo suficiente como para alcanzar el favor de Dios. El pecado no se puede pagar por las buenas obras.

Es por eso que Dios, en Su amor, envió a Su Hijo; Romanos 5:8 dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. No hay otra alternativa. Solo hay una puerta de entrada para ser aceptados ante Dios: la justicia de Cristo. Su justicia ha sido transferida a nuestra cuenta; los pecadores son borrados ante la presencia de un Dios santo, debido a la obediencia perfecta de Jesús; Él es nuestra esperanza, nuestro descanso y nuestra paz. Jesús cumplió perfectamente con el requisito de Dios para que nuestros pecados, nuestras flaquezas y nuestras faltas nunca más tuvieran que enfrentar la ira de Dios.

¡Esto es lo que hace la gracia! Entonces, lo único que podemos hacer, es aceptar ese regalo de gracia de parte de Dios, en vez de un intento desesperado por lograr lo imposible, El favor de Dios inmerecida por nuestros pecados a través de la sangre redentora de Cristo.

Efesios 1:6

Por Víctor Hugo Guel González

Dice en Efesios 1:6 “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”. Si fueras obediente por mil años, no serías más aceptado que cuando creíste por primera vez; tu aceptación está basada en la justicia de Cristo, no en la tuya. La verdad es que el pecado es más desastroso de lo que pensamos, y la gracia de Dios es más asombrosa de lo que creemos.

Alguien que realmente entiende lo que la Escritura dice sobre la naturaleza devastadora del pecado, sabe que no hay nada que pueda hacer para alcanzar el estándar perfecto de Dios. La idea de que un pecador pueda ser aceptado por Dios mediante sus propios méritos tiene que ser la ilusión más descabellada de todas. Aun así, todos tendemos a pensar que somos más justos de lo que en verdad somos y, cuando pensamos eso, hemos emprendido la ruta hacia la ilusión de que tal vez no somos tan malos ante los ojos de Dios.

Es por eso que Romanos 3:20 el apóstol Pablo escribe: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. Si oraras en todos y cada uno de los momentos de tu vida, tus oraciones no serían suficientes para ganar el favor de Dios. Si dieras cada centavo de todos los ingresos que has generado en toda tu vida, tu dinero no sería suficiente para ganar el favor de Dios. Si cada palabra que ha salido de tu boca fuera hablada con las motivaciones más puras, nunca serías capaz de lograr reconciliarte con Dios. Si entregaras tu vida a un ministerio, jamás podrías ministrar lo suficiente como para alcanzar el favor de Dios. El pecado no se puede pagar por las buenas obras.

Es por eso que Dios, en Su amor, envió a Su Hijo; Romanos 5:8 dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. No hay otra alternativa. Solo hay una puerta de entrada para ser aceptados ante Dios: la justicia de Cristo. Su justicia ha sido transferida a nuestra cuenta; los pecadores son borrados ante la presencia de un Dios santo, debido a la obediencia perfecta de Jesús; Él es nuestra esperanza, nuestro descanso y nuestra paz. Jesús cumplió perfectamente con el requisito de Dios para que nuestros pecados, nuestras flaquezas y nuestras faltas nunca más tuvieran que enfrentar la ira de Dios.

¡Esto es lo que hace la gracia! Entonces, lo único que podemos hacer, es aceptar ese regalo de gracia de parte de Dios, en vez de un intento desesperado por lograr lo imposible, El favor de Dios inmerecida por nuestros pecados a través de la sangre redentora de Cristo.