/ jueves 20 de junio de 2024

¡Cristo es la Respuesta! | El Pacto Eterno De Misericordia

Por Víctor Hugo Guel González

En el libro de Génesis 9: 13 al 17, se relata un momento significativo en la historia de la humanidad y la relación de Dios con su creación. Después del diluvio, Dios estableció un pacto con Noé y por extensión con toda la humanidad y los seres vivos. Este pacto simbolizado por el arcoíris, no solo es un recordatorio de la misericordia y promesa de Dios, sino también una fuente de esperanza y confianza en su fidelidad.

Dios dijo: “ Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra.” (Génesis 9:13). Este versículo marca el establecimiento de un pacto donde Dios promete que nunca más destruiría la tierra con un diluvio. La señal de este pacto, el arcoíris es visible para todos, recordando a la humanidad la promesa divina.

El arcoíris es un fenómeno meteorológico que ocurre cuando la luz del sol atraviesa las gotas de lluvia, descomponiéndose en los colores del espectro visible. Sin embargo, en el contexto bíblico, este fenómeno natural adquiere un significado espiritual. Cada vez que aparece un arcoíris, no es solo una maravilla de la naturaleza, sino un recordatorio visible del pacto de Dios con la humanidad. “Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes.” (Génesis 9:14). Este acto de poner el arco en las nubes es una señal de la presencia y promesa de Dios.

Dios continúa diciendo: “ Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne.” (Génesis 9:15). Aquí, la promesa no es solo para Noé y su familia, sino para todas las generaciones futuras. La garantía de que Dios se acordará de su pacto nos da seguridad y paz. Es un recuerdo constante de la gracia de Dios y el compromiso con su creación.

“ Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra.” (Génesis 9:16). Este versículo subraya que el arcoíris no es solo para que la humanidad recuerde el pacto, sino también Dios mismo recuerda su promesa. Es un pacto perpetuo, un compromiso eterno que trasciende el tiempo.

En nuestra vida cotidiana, el arcoíris sigue siendo un símbolo de esperanza. Nos recuerda que, a pesar de las tormentas y desafíos, la promesa de Dios permanece. En tiempos de dificultad, podemos mirar al arcoíris y recordar que Dios está con nosotros, que su amor y misericordia son inmutables.

Este relato no solo nos cuenta la historia de un pacto antiguo, sino que también nos ofrece una lección eterna sobre la fidelidad y la gracia de Dios. El arcoíris como señal del pacto, nos invita a confiar en las promesas de Dios y a recordar que su amor y protección están siempre presentes, guiándonos y sosteniéndonos a través de todas las circunstancias de la vida.

Por Víctor Hugo Guel González

En el libro de Génesis 9: 13 al 17, se relata un momento significativo en la historia de la humanidad y la relación de Dios con su creación. Después del diluvio, Dios estableció un pacto con Noé y por extensión con toda la humanidad y los seres vivos. Este pacto simbolizado por el arcoíris, no solo es un recordatorio de la misericordia y promesa de Dios, sino también una fuente de esperanza y confianza en su fidelidad.

Dios dijo: “ Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra.” (Génesis 9:13). Este versículo marca el establecimiento de un pacto donde Dios promete que nunca más destruiría la tierra con un diluvio. La señal de este pacto, el arcoíris es visible para todos, recordando a la humanidad la promesa divina.

El arcoíris es un fenómeno meteorológico que ocurre cuando la luz del sol atraviesa las gotas de lluvia, descomponiéndose en los colores del espectro visible. Sin embargo, en el contexto bíblico, este fenómeno natural adquiere un significado espiritual. Cada vez que aparece un arcoíris, no es solo una maravilla de la naturaleza, sino un recordatorio visible del pacto de Dios con la humanidad. “Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes.” (Génesis 9:14). Este acto de poner el arco en las nubes es una señal de la presencia y promesa de Dios.

Dios continúa diciendo: “ Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne.” (Génesis 9:15). Aquí, la promesa no es solo para Noé y su familia, sino para todas las generaciones futuras. La garantía de que Dios se acordará de su pacto nos da seguridad y paz. Es un recuerdo constante de la gracia de Dios y el compromiso con su creación.

“ Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra.” (Génesis 9:16). Este versículo subraya que el arcoíris no es solo para que la humanidad recuerde el pacto, sino también Dios mismo recuerda su promesa. Es un pacto perpetuo, un compromiso eterno que trasciende el tiempo.

En nuestra vida cotidiana, el arcoíris sigue siendo un símbolo de esperanza. Nos recuerda que, a pesar de las tormentas y desafíos, la promesa de Dios permanece. En tiempos de dificultad, podemos mirar al arcoíris y recordar que Dios está con nosotros, que su amor y misericordia son inmutables.

Este relato no solo nos cuenta la historia de un pacto antiguo, sino que también nos ofrece una lección eterna sobre la fidelidad y la gracia de Dios. El arcoíris como señal del pacto, nos invita a confiar en las promesas de Dios y a recordar que su amor y protección están siempre presentes, guiándonos y sosteniéndonos a través de todas las circunstancias de la vida.