/ jueves 11 de julio de 2024

¡Cristo es la Respuesta! | El Establecimiento de la muerte (3ª. Parte )

También existe la segunda muerte, que es eterna.

Esta segunda muerte es la separación del hombre con Dios, pero ya no tiene esperanza. Dice Apocalipsis 20:11-13: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”. Este juicio no es por lo que Cristo hizo en la cruz; esta muerte es por los pecados de cada persona, pues lo que Cristo hizo ya no tiene validez para ellos. Se abren los libros y son juzgados según sus obras. El problema de eso es que, por muchas buenas obras que un hombre acumule durante su vida, no es suficiente para ganarse la salvación. Las malas obras tienen un peso eterno, que por un solo pecado los hombres son condenados. Dice en Romanos 2:5: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”. El hombre cada día aumenta la gravedad de su condenación y acumula “ira para el día de la ira”.

En el día del juicio, todas las personas que no recibieron a Cristo estarán siendo juzgadas por sus obras. Dice en Apocalipsis 20:15: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Esta separación es la segunda y la definitiva. El pecador va a la presencia de Dios para ser juzgado y para recibir su sentencia; ya no hay oportunidad ni esperanza. Ahora Cristo lo juzga y lo condena. Dice en Mateo 7:23: “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. Dice en 2 Tesalonicenses 1:8-9: “…en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. En la primera muerte, que es la espiritual, hay esperanza para los que se arrepienten; pero en esta segunda muerte se habla de lo terrible que es, pues es una separación eterna. Dice que: “…sufrirán pena de eterna perdición”, eternamente perdidos, condenados y sufriendo; y también dice: “…excluidos de la presencia del Señor…”. En Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. (continuará)...

También existe la segunda muerte, que es eterna.

Esta segunda muerte es la separación del hombre con Dios, pero ya no tiene esperanza. Dice Apocalipsis 20:11-13: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”. Este juicio no es por lo que Cristo hizo en la cruz; esta muerte es por los pecados de cada persona, pues lo que Cristo hizo ya no tiene validez para ellos. Se abren los libros y son juzgados según sus obras. El problema de eso es que, por muchas buenas obras que un hombre acumule durante su vida, no es suficiente para ganarse la salvación. Las malas obras tienen un peso eterno, que por un solo pecado los hombres son condenados. Dice en Romanos 2:5: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”. El hombre cada día aumenta la gravedad de su condenación y acumula “ira para el día de la ira”.

En el día del juicio, todas las personas que no recibieron a Cristo estarán siendo juzgadas por sus obras. Dice en Apocalipsis 20:15: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Esta separación es la segunda y la definitiva. El pecador va a la presencia de Dios para ser juzgado y para recibir su sentencia; ya no hay oportunidad ni esperanza. Ahora Cristo lo juzga y lo condena. Dice en Mateo 7:23: “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. Dice en 2 Tesalonicenses 1:8-9: “…en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. En la primera muerte, que es la espiritual, hay esperanza para los que se arrepienten; pero en esta segunda muerte se habla de lo terrible que es, pues es una separación eterna. Dice que: “…sufrirán pena de eterna perdición”, eternamente perdidos, condenados y sufriendo; y también dice: “…excluidos de la presencia del Señor…”. En Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. (continuará)...