/ jueves 1 de agosto de 2024

¡Cristo es la Respuesta!

La Fe Persistente

En Mateo 15:21-28, encontramos una hermosa historia que nos enseña sobre la fe, la perseverancia y la humildad. Este pasaje nos muestra a una mujer que, a pesar de las barreras culturales y religiosas al no ser judía, ella muestra una fe grande al buscar la ayuda de Jesús para su hija atormentada por un demonio. Analicemos cuatro aspectos de la fe de esta mujer.

La fe de la mujer para buscar a Jesús.

El relato comienza con Jesús retirándose a la región de Tiro y Sidón. Aquí, una mujer cananea, alguien que no formaba parte del pueblo de Israel, se acerca a Jesús. Ella clama con desesperación: "¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio" (Mateo 15:22). La fe de esta mujer es evidente, ya que reconoce a Jesús como el Hijo de David, un título que lo identificaba como el Mesías. Su búsqueda de Jesús demuestra que tenía confianza en su poder y compasión.

La fe de la mujer para persistir en su petición.

A pesar de que Jesús inicialmente guarda silencio y luego parece rechazar su petición diciendo que Él fue enviado sólo a las ovejas perdidas de Israel, la mujer no se da por vencida. "Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!" (Mateo 15:25). Esta actitud de persistencia en su petición, es una muestra de una fe inquebrantable. Esta mujer nos enseña que, en nuestra búsqueda de respuestas y milagros, debemos perseverar, incluso cuando las respuestas no llegan de inmediato.

La fe de la mujer que se humilló delante de Él.

Cuando Jesús responde diciendo que no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos, la mujer muestra una fe y humildad asombrosas al decir: "Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos" (Mateo 15:27). Aquí, su fe es visible en su disposición en aceptar una posición humilde. No se ofende, sino que acepta humildemente su lugar y aun así insiste en su solicitud. Esta actitud de humildad nos enseña que la verdadera fe reconoce nuestra necesidad y el poder de Dios.

La fe de la mujer que aceptó su condición, pero aun así buscó un milagro.

La mujer acepta su condición, pero esto no disminuye su fe. A pesar de la respuesta de Cristo ella sigue creyendo que incluso las migajas de la gracia de Jesús son suficientes para realizar un milagro en su vida. Su respuesta muestra que reconocía la suficiencia y el poder del más mínimo toque de Jesús. Jesús, admirado por su fe, le dice: "¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres" (Mateo 15:28), y su hija fue sanada en ese mismo momento. Esta fe que acepta humildemente su condición y aun así busca que Dios obre es un ejemplo para todos nosotros.

Esta historia nos invita a buscar a Jesús con confianza, a perseverar en nuestras peticiones, a humillarnos delante de Él y a aceptar nuestra condición mientras confiamos en su gracia para obrar milagros en nuestra vida. Que podamos aprender de esta mujer y fortalecer nuestra fe en los momentos de necesidad.

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